Hace unos
meses me ocurrió un pequeño incidente, que casi de inmediato relacioné con un
chiste de Castanys, publicado en Patufet en los años veinte: Como en casa no soy
el más avanzado en eso que ahora se denominan nuevas tecnologías, de unos años ahora, uso el teléfono móvil más antiguo de casa y hasta hace muy poco usaba
uno de los que diríamos no-smartphone, es decir simplemente teléfono.
Cuando
este último dejó de funcionar, ya no quedaba en casa ninguno de estas características
y heredé uno de mi hijo pequeño, de estas nuevas versiones.
Adaptarme
a él ha sido y aún es todo un esfuerzo y en muchas ocasiones se me queda
desconectado por falta de batería o bloqueado por razones que me son difíciles de
encontrar.
Hasta
ahora estos utensilios solo me han sido útiles, además de su propia función
comunicadora, como despertador y al disponer de varias alarmas se me ocurrió
poner una para avisar que salía tarde de casa por la mañana.
Pues bien, cierto día al coger el tren en Sant Andreu con dirección a Sants, comenzó a
sonar la alarma del teléfono.
Aquel día
iba tarde, y tal vez atolondrado, de tal manera que por más que pulsaba los
iconos de la pantalla, la alarma que cada vez sonaba más fuerte no dejaba de
sonar.
Una señora
sentada unas filas delante me lanzó un improperio, otros pasajeros me miraban
entre socarrones y molestos por aquel ruido. Finalmente un compañero de banco
me indicó ¿Y si le saca la batería?...
De hecho
hacía un rato que me estaba peleando con el artefacto, intentando desmontarlo.
Solo me
faltó la agilidad mental para explicar a la concurrencia:
: és que se m'havia adormit una cama!
Con esta anécdota retomamos esta serie de humor
tranviario que hacía mucho habíamos dejado olvidada y que tanta falta nos hace en
estos tiempos.
Regresamos al viaje desde Badalona relatado por Jaume
Pasarell.
VIATGES
ENTRETINGUTS EN TRAMVIA
IV
Hom, en
escriure, té la sensació que el que fa ho llença dintre el pou sense fons de la
indiferència. Per això es deixa perdre les coses. Així anava a succeir amb aquestes cròniques.
Què en traurem de dir o deixar de dir, si ningú no en fa cas? Però, heus aquí
que darrerament, l'autor ha rebut cartes de desconeguts encoratjant-lo i
pregant-li que insistís.
A1gunes
l'animaven a fer una campanya. Encara que el servei de tramvies sigui una cosa
incommensurable i abracadabrant, ço no vol dir que hom s'hagi d'estirar
els cabells amb desesperació i menys que tingui de fer míting sobre míting. Via
fora, les actituds melodramàtiques!
No
obstant continuarem, car hi ha qui ens empeny
i també perquè la matèria és tan abundant que es podria anar escrivint
fins a l'any 2000 sense por d'acabar les reserves.
Bé,
doncs. Si mal no recordem-hom no rellegeix mai el que escriu, té por de
penedir-se'n--érem camí de l'estació de Sant Martí; hi anàvem a pas de
caragol, plens a barrotar i amb un cobrador que t'ha de saltar per damunt per
anar a cobrar bitl1ets a l'extrem del cotxe. Si hom estés d'humor faria una
descripció bucòlica del paisatge, amarat de sol, de la verdor dels camps de
patateres, que arriben fins a mar; de la poesia -d'en Clavé- que tenen les roges
xemeneies fumejants d'E. E. de Catalunya, de la flaire característica que es
copsa en passar per davant d'un reguerot que es perd entre els camps... Però,
no. Hom va premsat al tramvia i com es
pot comprendre. encara que volgués, no s'hi pot posar en un estat d'ànim pròxim
al cinisme.
Sobre que hi ha el perill de les
-trepitjades i aquest perill inspira idees sanguinàries.
Deixarem-ho per una altra ocasió--el dia que poguem anar amb auto i seguim
els nostre... calvari? Som a l'estació? No encara. Manca un bon tros. Just hem
passat la Riera d'Horta, on el tramvia navega entre pujades. baixades i corbes,
i on els remolcs es dediquen a sotra-queixar-se sorollosament perquè tenen
ganes d'anar-se'n a jaure damunt dels camps de patateres. Ai, la mare, que hem
sento mullen als peus! Potser un nen que s'ha fet pipí!
Miro, traient el cap per
entremig d'un cistell i una esquena de dona que sembla un turó, i veig que s'ha
trabucat una ampolla de vi de vuit porrons, escampant per terra el convincent xarel·lo
de Sant Adrià. Llàstima de beguda i llàstima de xicot, el qui porta l'ampolla,
que es posa a plorar perquè té por que en arribar a casa l'estovin.
Parada. Això vol dir que el
tramvia s'atura, Baixen uns passatgers que es dirigeixen a câ'n Conillas, Hi
deuen anar a menjar herba. Arrenca, Ara li costa perquè el remolc s'ha enfarregat
i grinyola com una criatura quan fa una rebequeria. El cotxe, però, pren
embranzida i sel emporta d'una revoltada fins a l'estació, on es decideix retirar-lo.
Un consell de guerra, format
de gent engalanada que dura un quart d'hora ho decideix desprès de molt
discutir, sense que n'hi posin cap altre. Ja ho diuen que de la discussió ve la
llum. El desenganxen i llavors vénen les empentes i els crits. La gent baixa del
remolc esverada i els que seien, s'han de quedar drets i criden, diuen mal del
servei, insulten als empleats, els quals s'ho. escolten, naturalment, com qui
sent ploure, i, finalment, marxa el tramvia, millor dit, el cotxe motor sol,
abarrotat de gent.
Per a arribar a la Plaça d'Urquinaona hi
manquen aquelles vint o vint-i-dues parades. Amén,
AYAM
Continuará
ENTRETENIDOS VIAJES EN TRANVÍA
IV
IV
Al escribir, se tiene la sensación que tira lo
escrito dentro del pozo sin fondo de la indiferencia. Por eso se dejan perder
las cosas.
Así iba a suceder con estas
crónicas. ¿Qué obtendremos de lo escrito, si nadie hace caso? Pero, he aquí que
últimamente, el autor ha recibido cartas de desconocidos alentándolo y
rogándole que insistiera.
Algunas me animaban a hacer una campaña. Aunque el servicio de tranvías sea una cosa inconmensurable y abracadabrante, lo que no quiere decir que uno se tenga que estirar los cabellos con desesperación y menos que tenga de hacer mitin sobre mitin, descartemos las actitudes melodramáticas!
No obstante continuaremos, puesto que hay quién nos empuja y también porque la materia es tan abundante que se podría ir escribiendo hasta el año 2000 sin temor a acabar las reservas.
Bien, pues. Si mal no recordamos- no releo nunca los escritos, por temor a arrepentirse.
Algunas me animaban a hacer una campaña. Aunque el servicio de tranvías sea una cosa inconmensurable y abracadabrante, lo que no quiere decir que uno se tenga que estirar los cabellos con desesperación y menos que tenga de hacer mitin sobre mitin, descartemos las actitudes melodramáticas!
No obstante continuaremos, puesto que hay quién nos empuja y también porque la materia es tan abundante que se podría ir escribiendo hasta el año 2000 sin temor a acabar las reservas.
Bien, pues. Si mal no recordamos- no releo nunca los escritos, por temor a arrepentirse.
Estábamos camino de la cochera de Sant Martí; íbamos a paso de tortuga, llenos a abarrotar
y con un cobrador que te tiene que saltar por encima para ir a cobrar billetes
al otro extremo del coche.
Si tuviera humor haría una descripción bucólica del paisaje, iluminado por
el Sol, del verdor de los campos de patateras, que llegan hasta el mar; de la poesía -de Clavé-
que tienen las rojas chimeneas humeantes de E. E.
de Cataluña, del olor característico que se coge al pasar por ante un torrente
que se pierde entre los campos... Pero, no. Se va prensado al tranvía y cómo puede comprenderse. Aunque quisiera, no se
puede tener un estado de ánimo próximo al cinismo.
Además está el riesgo que hay de los pisotones y esto inspira ideas sanguinarias.
Dejémoslo para otra ocasión--el día que podamos ir en auto y seguimos los nuestro... calvario? Estamos en la cochera? No todavía. Falta un buen trozo. Justo hemos pasado la Riera de Horta, donde el tranvía navega entre subidas, bajadas y curvas, y donde los remolques se dedican a quejarse ruidosamente porque tienen ganas de irse a yacer encima de los campos de patateras.
Además está el riesgo que hay de los pisotones y esto inspira ideas sanguinarias.
Dejémoslo para otra ocasión--el día que podamos ir en auto y seguimos los nuestro... calvario? Estamos en la cochera? No todavía. Falta un buen trozo. Justo hemos pasado la Riera de Horta, donde el tranvía navega entre subidas, bajadas y curvas, y donde los remolques se dedican a quejarse ruidosamente porque tienen ganas de irse a yacer encima de los campos de patateras.
Puente de la carretera de Barcelona a Francia (Pere IV) sobre la riera de Horta. |
Ay, madre, que siento mojar mis pies! Quizás un niño que se ha hecho pipí!
Miro, sacando la cabeza por entremedio un cesto y la espalda de una mujer que parece un cerro, y veo que se ha volcado una garrafa de vino de ocho porrones, esparciendo por tierra el convincente vino de Sant Adrià. Lástima de bebida y lástima de muchacho, que traía la garrafa, y que se echa a llorar porque tiene miedo que al llegar a casa lo apalicen.
Parada. Esto quiere decir que el tranvía se para, Bajan unos pasajeros que se dirigen a casa Conejas, deben de ir a comer hierba.
Miro, sacando la cabeza por entremedio un cesto y la espalda de una mujer que parece un cerro, y veo que se ha volcado una garrafa de vino de ocho porrones, esparciendo por tierra el convincente vino de Sant Adrià. Lástima de bebida y lástima de muchacho, que traía la garrafa, y que se echa a llorar porque tiene miedo que al llegar a casa lo apalicen.
Parada. Esto quiere decir que el tranvía se para, Bajan unos pasajeros que se dirigen a casa Conejas, deben de ir a comer hierba.
Arranca, Ahora le cuesta porque el remolque se ha agarrotado y gañe como
una criatura cuando hace una pataleta. El coche, pero, toma impulso y se lo lleva hasta la estación, donde se decide retirarlo.
La estación o cochera de Sant Martí. |
Un consejo de guerra, formado de gente engalanada que dura un cuarto de hora lo decide tras mucho discutir, desprenderlo, sin que pongan ningún otro.
Ya lo dicen que de la discusión viene la luz. Lo desenganchan y entonces
vienen los empujones y los gritos. La gente baja del remolque atolondrada y los
que estaban sentados, se tienen que quedar de pie y reclaman por mal el servicio, insultan a los empleados, los
cuales se lo escuchan, naturalmente, como quién oye llover, y, finalmente,
marcha el tranvía, mejor dicho, el coche motor solo y abarrotado de gente.
Para llegar a la Plaza de Urquinaona quedan unas veinte o veintidós paradas. Amén,
Para llegar a la Plaza de Urquinaona quedan unas veinte o veintidós paradas. Amén,
AYAM
Hoje eu entrei aqui e me diverti a valer! Muito boa entrada.
ResponderEliminarFeliz semana com beijos e abraços para todos em especial para a amiga Clariana.
Siempre nos place recibir tus comentarios, nos alegramos de que te gustara esta entrada, recibe un abrazo de Clariana y nuestro.
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