Hace
unos días, nuestro amigo Miquel nos envió la fotografía de la
llegada de unos carruajes al hostal de la Molina a principios del
siglo XX.
El
documento procedente de "Cerdanya records S.XX", indicaba que se
trataba de la llegada de la diligencia de «La
Ceretana» al hostal de la
Molina tras atravesar la collada de Tosas.
Al
intentar ampliar la información a nuestro amigo, nos dimos cuenta de
que no disponíamos de ella, por lo tanto, era un buen motivo para documentarnos sobre las diligencias de «La
Ceretana» .
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Plano del partido judicial de Puigcerdà, que incluía el trazado de Ripoll a la capital
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La
Cerdanya y sus comunicaciones en el siglo XIX.
La
Cerdanya es parte de una gran comarca catalana que fue dividida entre
España y Francia tras el tratado de los Pirineos. Por ello, sus
comunicaciones naturales están en la vertiente francesa, en la
Catalunya francesa o departamento de los Pirineos orientales. Otra
vía de comunicación era el camino a la Seu de Urgell siguiendo la
cuenca del Segre. Finalmente,
quedaban las rutas pirenaicas que, atravesando la collada, llegaban a
Ribas de Freser y Ripoll. Esta última, hasta mediados del XIX, era una vía de
herradura solo apta para transporte al baste, es decir, mediante
alforjas a lomos de mulas, asnos y caballos.
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Fragmento del mapa del corregimiento de la Cerdaña, sXVIII
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Con
la división provincial española de 1833, la Cerdanya, pasó a
depender administrativamente de Girona, sin embargo, las
comunicaciones entre la Cerdanya y la capital de provincia, podríamos
decir que eran sumamente precarias. Paralelamente, el mismo año se
crea la Dirección de Caminos; que con la ley de Carreteras de 1851
clasifica estas en: generales, transversales, provinciales y locales,
más tarde según la ley de 1857 pasan a ser de primer, segundo,
tercer y cuarto orden; siendo la carretera de Barcelona a Ribas por
Granollers (Barcelona) y Vic de segundo orden y la de Ribas a
Puigcerdà con ramales a Llívia y a Bourg-Madame, de tercer orden.
La
carretera llegaría a Ribas en 1875, y a la collada de Tosas en 1880,
donde por motivos de defensa, quedaría paralizada hasta 1901, año
en que se reanudaría la construcción.
Un
interesante artículo publicado en EL DILUVIO el 12 de junio de 1882,
es decir, 3 días antes de la entrada en servicio de «La
Ceretana», nos muestra como era el transporte antes de la llegada de este medio:
UN
VIAJE A LA CERDAÑA.
...
Aun en estos últimos tiempos, un viaje a la Cerdaña desde Barcelona
por territorio español, exigía grandes sacrificios y un valor a
toda prueba. Este viaje se hacía en ferrocarril basta Granollers, de
Granollers a Vic recorrían los viajeros el trayecto hacinados en una
desvencijada diligencia y de Vic a Ripoll, donde se pernoctaba, en
una mala tartana. A la mañana siguiente el Viajero se encaramaba
sobre el lomo de un mulo y en esta cómoda posición recorría las
diez leguas que median de Ripoll a Puigcerdà por veredas casi
intransitables, suspendido sobre precipicios, abrasado por los rayos
del sol en las hondonadas y calado hasta el tuétano por los
frecuentes chaparrones propios de la cordillera pirenaica, y llegaba
por la noche, si todo había ido bien, a la última de aquellas
poblaciones fatigado, molido y descoyuntado, es decir, verdaderamente
enfermo.
Este artículo,
que hoy denominaríamos publirreportaje, nos muestra las excelencias
de la Cerdaña como lugar de estiaje y las bondades de los nuevos
medios de locomoción en contraste con los del pasado.
La
carretera de Ribas a Puigcerdà y el camino de La Molina a la collada
de Tosas.
Un grupo de inversores liderado por Félix Macía Bonaplata
creó una sociedad para la construcción de un camino particular, que
permitiría la continuidad de la carretera de Ribas a la collada de Tosas.
Posiblemente,
hoy sería un caso flagrante de tráfico de influencias y uso de
información privilegiada. La sociedad creada por un grupo de
inversores ceretanos y barceloneses, liderados por Félix Macía,
adquirió varias fincas de montaña en la collada de Tosas, y por
ellas trazaron un camino carretero.
De
esta forma, con solo un tramo de cinco kilómetros entre la Molina y la collada, podían aprovechar en su beneficio el tramo
construido por el Estado desde Ribas de Freser hasta la collada de
Tosas, estableciendo un punto de peaje que grabaría el tramo de su
propiedad, además al estar en un terreno propio, la sociedad, podía
establecer sus propias tarifas, sin tener que acogerse a las
estatales, más económicas.
Una
serie de cartas al director publicadas en La Publicidad con el
epígrafe: TRAVESURAS DE UN DIPUTADO ECONÓMICO. Nos ilustran al
respecto:
La
Publicidad, Barcelona, 21 de julio de 1882
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Felíx Macía
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...
Yo no sé, si los lectores de LA PUBLICIDAD y el público en
general, sabrán que hace años que esta pobre comarca ceretana se
halla desamparada de todos los gobiernos, sin duda para que tengamos
ocasión de observar desde estas fronteras cómo se administra en
Francia y cómo se administra en España. Con grandes dolores y no
pocos esfuerzos, consiguióse la carretera hasta Ribas y después,
mal que bien, hasta el Collado de Tosas. Por fin lució el día de la
felicidad, porque tenemos un diputado a Cortes que se prestó a
hacernos dichosos, y con ayuda de algunas personas de buena fe, se
ideó el camino-carretero que desde la collada de Tosas llega a la
Molina, cosa que siempre es de agradecer, y lo sería aún más, si
no se hubiera visto que el susodicho diputado protector del país,
hacía como los administradores de ciertos santos: dos para él y
para el santo uno.
La
carretera figuró, pues en el programa electoral del diputado
económico, un poco saltarín en materias políticas, don Félix
Maciá y Bonaplata, y no hubo más que hablar. El señor Maciá fue
el protector nato de ese risueño cuanto desgraciado país. Entre los
accionistas hay personas que realmente hicieron sacrificios por el
interés de la comarca, pero parece que también hay en la sociedad
algún cacique antiguo y desmontado, que trata de aprovecharse de la
construcción de la carretera, mucho más de lo que permiten aquellas
obras inspiradas por el patriotismo.
Como
era natural, la carretera debía pagarse y era justo que volvieran al
bolsillo de los accionistas las cantidades anticipadas. Se estableció
para ello un portazgo, gracias a la influencia del diputado
económico, y en él se han cobrado sumas no despreciables, en
concepto de peaje. (...) El diputado
en cuestión, dícese, cree sin duda que su carretera basta, y como
esta le reditúa pingües ganancias, hasta el punto de haber devuelto
ya una buena parte del capital y de disponerse a construir edificios,
que prueban el buen estado del negocio, no le preocupa que todo el
comercio y la industria de la Cerdaña, tenga que pagarle eternamente
vasallaje; con lo que queda constituido dicho diputado económico, en
señor feudal que cobra derecho de peaje a toda una comarca,
utilizando, mediante la construcción de unos pocos kilómetros de
camino la carretera general de Barcelona a. Puigcerdà.
¿No
ven ustedes esta historia, similitud a alguna más reciente, es
decir, las facilidades de alguna administración hacia un determinado
túnel y las dificultades para que otro túnel en la misma collada
pudiera llegar a su realización, que aún hoy ni está
presupuestada?
LA
CERETANA
Pero
volvamos a nuestra historia de diligencias.
Con la carretera ya
disponible para el transporte desde el Ripollès a la Cerdaña, la
compañía escrituró en 1882 una nueva sociedad: LA CERETANA.
En
la Gaceta de Madrid de 23 de abril de 1882, se publicó la escritura
constitutiva de la sociedad, en la que se afirmaba: …
Que a fin de establecer una
comunicación regular y cómoda entre la villa de Puigcerdà, sus
pueblos comarcanos y la de Ripoll, en combinación o no con el
ferro-carril que desde esta última villa conduce a la presente
ciudad, con objeto de utilizar las ventajas del mismo, así como las
de la carretera nuevamente construida hasta la Cerdaña, creen
conveniente plantear un servicio de diligencias, y como medio más
fácil e indicado de realizarlo la constitución de una Sociedad
anónima; por lo cual de su espontánea voluntad declaran, convienen
y pactan lo siguiente:
1.°
Los otorgantes, con arreglo a las prescripciones del Código de
Comercio y ley de 19 de octubre de 1869, forman y en virtud del
presente instrumento constituyen una Sociedad anónima con domicilio
en la villa de Puigcerdà, la cual se denominará «La
Ceretana» ,
Sociedad de diligencias.
La
Compañía tendrá por objeto lo que se expresará en el art. 3º de
los estatutos que luego se insertarán. (...)
ESTATUTOS : TÍTULO PRIMERO.
Denominación, domicilio, objeto y duración de la Compañía.
Artículo
1.° Se constituye una Compañía anónima, con arreglo a las
disposiciones del Código de Comercio y ley de 19 de octubre de 1869,
que se denominará «La
Ceretana», Sociedad de diligencias.
Art. 2.° La Compañía tendrá su domicilio legal en la villa de
Puigcerdá.
Art. 3.° El objeto de la Compañía será:
1º. El establecimiento de
un servicio público de diligencias para el trasporte de viajeros,
equipajes y encargos entre la villa de Puigcerdà y la de Ripoll y
viceversa, con servicio al propio tiempo de carros u otros vehículos
para el trasporte de equipajes y encargos entre los mismos puntos, si
las necesidades del tráfico lo requirieren a juicio del Consejo de
administración.
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La compañía también acarreaba mercancías a la Cerdaña.
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2º El establecimiento de
servicios particulares o públicos de la clase de carruajes que se
creyere más conveniente entre Cerdaña, Ripoll y pueblos del
tránsito; y entre los diferentes puntos de toda la Cerdaña entre
sí, siempre que el mismo Consejo creyere conveniente su
planteamiento.
Art.
4.° La duración de la Compañía será por el término de 10 años,
sin perjuicio de los ulteriores acuerdos que acerca de dicha duración
pudieran tomarse con arreglo a los artículos 28 y 46. (...)
Habría que indicar, que el
Señor Félix Macía era socio y uno de los impulsores del
Ferrocarril de Granollers a las minas de San Juan de las Abadesas.
Además, la sociedad se creó al poco de haber llegado dicho
ferrocarril a Ripoll, con lo que se garantizaba una buena conexión a
los viajeros con destino a Puigcerdà.
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El F.C. de las minas de san Juan de las Abadesas a su paso por Ripoll.
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Volviendo a “UN VIAJE A LA
CERDAÑA.”, veremos los elogiosos comentarios hacia el nuevo
transporte:
...
Hoy felizmente la cosa ha cambiado; hoy se hace aquel viaje con
rapidez, economía y comodidad. ... el tren lleva el viajero a Ripoll
y allí le reciben las diligencias de la compañía «La
Ceretana»
que en poco más de seis horas le transportan a Puigcerdà, a donde
halla fondas y paradas de más o menos importancia, como son la de la
Plaza, la de Aígua-beneita, la de Tixaire, la de la Pascuala, y tal
vez alguna otra que no conocemos, todas ellas proporcionalmente bien
servidas. (…) El viaje, como hemos indicado, es hoy cómodo, rápido
y económico: Es cómodo porque la empresa «"la Ceretana"», no es una
empresa de explotación de un negocio, sino una derivación de la
misma sociedad propietaria del trozo de carretera Puigcerdà al
puerto; que, no contenta con haber dotado al país de aquella
importantísima mejora, ha querido proporcionar al viajero todas las
posibles comodidades; así es que sus coches son holgados cómodos y
perfectamente acondicionados, arrastrados por magníficos tiros de
potencia sobrada, y estos dirigidos por conductores, atentos y
amables; la administración está en manos de personas aptas, probas
y cuidadosas y bajo la atenta inspección de dos o tres de los más
inteligentes y celosos miembros de aquella sociedad, los cuales no
reparan en sacrificios ni rehuyen molestias para estar a todas horas
a la altura de todo cuanto ocurra así en la administración como en
los viajes. El viaje es rápido, porque el viajero que sale a las 5
de la mañana de Barcelona llega a Puigcerdà a las 6 de la tarde sin
precipitaciones ni molestias desusadas.
Y
es, además, económico como lo indican los siguientes precios de
pasaje. De Barcelona a Ripoll, vagón de 1ª 53'60 rs; de 2ª
40'20; de 3ª 25, y de Ripoll a Puigcerdà, en diligencia, 50 rs en
la berlina; 40 en el interior y 21 en la imperial
¡Como pueden, ver el colmo de
la perfección!
Dos días después, "La
Publicidad", nos presenta los nuevos carruajes de «La
Ceretana»:
La
Publicidad, Barcelona, 14 junio 1882 ***Uno de estos últimos días,
vimos uno de los coches diligencias adquiridos por la compañía «La
Ceretana», los cuales deben prestar el servicio desde Ripoll a
Puigcerdà. Parecen ligeros, son relativamente de escasa cabida y su
aspecto es sencillo, pero agradable.
LA
CERETANA Y SU COMPETENCIA.
Los
paisajes idílicos, también tienen sus tormentas. Como ya hemos
avanzado, al tratarse de un camino particular de peaje, se prestaba a
la arbitrariedad por parte de sus administradores, así volviendo a
las "TRAVESURAS DE UN DIPUTADO
ECONÓMICO", veremos que la sociedad, intentaba crear un monopolio del
transporte a través de la Collada:
...
Fundóse en efecto la sociedad con accidentes varios y divertidos, y
para hacer mejor la jugada, quedó de Presidente de la carretera, el
señor don Félix, y de Presidente de la sociedad de coches, don
Rafael de Pons, antiguo cacique reaccionario del país. Al momento se
tocaron las consecuencias de lo beneficioso que iba a ser para aquel
la sociedad de coches unida a la de la carretera; pues hay que
advertir, para conocimiento del curioso lector, que con ligeras
variantes son los mismos accionistas.
Y
hétenos aquí a Periquillo hecho fraile. Dueños del punto intermedio
entre la Collada de Tosas y la Molina, se han decidido a explotar de
un modo inexplicable toda la industria de trasportes del país. Si el
señor Maciá no quiere, no puede ir un carro de Ripoll a esta villa.
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Punto del peaje en la Collada de Tosas.
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Él
exige su peaje en la forma que estima conveniente y ahora, con la
compañía de que es presidente real, aunque oculto, tiene en su mano
la suerte de todas las compañías que se establezcan para recorrer
dicho trayecto. De manera que la compañía de coches del señor
Macía no puede sufrir competencia, y no la puede sufrir, porque al
paso que exige grandes derechos de pasaje a los demás vehículos, su
compañía o no los paga, o los paga mucho menores. Así nos hemos
quedado sin la competencia de una sociedad francesa próxima a
organizarse, sin una compañía de Berga que estaba dispuesta a hacer
esta carrera y sin la multitud de coches particulares que han de
rendir, también vasallaje en los términos que el señor Macía
guste, a la compañía de sus coches. Y lo más raro del caso es, que
las condiciones que impone si no fueran odiosas serían
extravagantes. Varía los precios a su antojo según de quién se
trata, y por consiguiente, tiene en su mano todos los transportes del
país a los que graba en la forma que le place. Y como es claro que
un hombre no puede ser universal, el señor Maciá que ha sido un
ferro-carrilero desdichado, es también un calesero mediano y sucede
que no guía los carruajes con la perfección que lo hace el señor
Vilar, conocido por Pere Metus, que ha encanecido en el oficio; y un
día los caballos se le alborotan y llegan a punto de echar a un
derrumbadero a los coches, pintaditos y todo, y luego por más que
arrea, los coches de Vilar sin esfuerzo alguno llegan dos horas antes
que los suyos a Puigcerdà, y el diputado económico se enfada y por
medio de su lugarteniente el señor don Rafael de Pons, manda que se
eche la cadena al llegar a la Molina los coches de Vilar, para que no
se vuelva a repetir el desaguisado de que los coches del señor Vilar
pasen delante de los de la compañía parlamentaria...
Es
triste ver estos abusos que se producían y de los que gracias
a las hemerotecas podemos hoy constatar.
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Coche de diligencia de Bonshoms Suñer que hacía el trayecto de Ripoll a Puigcerdà.
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No
hemos profundizado más en el tema, pero podemos constatar que a
pesar de que en 1897 se eliminaron las restricciones para la
continuidad de la carretera estatal, las obras no se reanudaron hasta
1901, finalizándose en 1916, sin embargo, no pudo abrirse la nueva
carretera por presiones efectuadas por los concesionarios del
portazgo:
Los
concesionarios, a través del entonces Diputado a Cortes D. Eusebi
Bertrand Serra, a toda prisa emprendieron acciones encaminadas a que
se revocara la autorización indicada, como se revocó, según "El
Gall de Ripoll" de 25 de marzo de 1916.
Finalmente,
el 16 de mayo de 1916 se abrió definitivamente la carretera estatal,
por lo que hemos de creer que a partir de esta fecha desaparecería
el monopolio del transporte en aquella comarca, de todas maneras, el peaje había tenido una duración de 34 años es decir mucho más de los 10 años indicados en los estatutos de constitución de «La
Ceretana».
Epílogo.
Llegada del Ferrocarril a Puigcerdà.
Poco
tiempo después, el 3 de octubre de 1922, llegaba el Ferrocarril a
Puigcerdà, desapareciendo la tradicional incomunicación a través
de la Collada de Tosas.
No
hemos encontrado aún la fecha en que «La
Ceretana» desapareció o fue
absorbida por otras compañías, pero su función original finiquitó
al llegar el ferrocarril a Puigcerdà.