viernes, 31 de diciembre de 2010

El rail de Loubat

 
 

 Loubat, concibió un raíl con una ranura en la cabeza para alojar la pestaña de guía de la rueda, esto permitiría tener el raíl completamente plano y al mismo nivel de la calzada y evitando que los adoquines o el macadam cegaran el paso de esta pestaña. Se empleó por primera vez en el Tranvía de Broadway en 1853 y contribuyó al éxito de este medio de transporte que había fracasado en su primer intento de 1832 a causa de que la vía al sobresalir del pavimento se convirtió en un obstáculo al resto de tráfico urbano.

Al regresar de Estados Unidos a París, el Sr. Loubat trajo su sistema ligeramente modificado, y con él estableció una línea de tranvía en París, de la Plaza de la Concorde a Passy, siendo el primer tranvía construido en Francia.
Tenía un ancho de vía de 1,54 m. El raíl tenía una anchura total de 75 mm con una garganta de 32 mm de ancho y 28 de profundidad, su parte inferior era acanalada de forma semi-hexagonal para poder asentarse sobre el larguero o durmiente de madera tallada al que se fijaba mediante clavijas que atravesando los lados del raíl en diagonal a través de unos orificios laterales, se clavaban en el durmiente. . Su peso era de 9 kilos por metro.

Los raíles se unían mediante unas bridas de hierro, a largo 10 cm, y un grueso 1 cm.
Los durmientes de madera median 10 cm de ancho por 15 de altura, estaban fijados sobre traviesas de 10 x10 cm colocadas cada dos metros y fijadas por medio de cuñas de madera.


La experiencia demostraría que las clavijas eran insuficientes como un medio de fijación, estas se partían o aflojaban por efecto o falta de una buena fijación del raíl sobre el durmiente y con efecto del paso de los coches sobre ellos se producían un efecto de palanca.

El raíl de Loubat fue empleado por la "Compagnie Générale des Omnibus" en las líneas que iban desde la Place de la Concorde y de Boulogne a Sèvres.

Estos raíles evolucionarían y una empresa de Sèvres construiría los rieles del tranvía para la línea de Versalles. Con un peso de 16 kilos por metro y huecos en su superficie inferior, con el fin de ahorrar material.

Según Goschler, estos carriles, tuvieron una corta vida, no llegando a 10 años, y tras este período, el desgaste de las bandas de rodadura era tal que las pestañas de las ruedas de los coches rodaban sobre el fondo de las gargantas con la consiguiente deformación de las ruedas. Para reponer estos raíles se empleó otros de sección mayor, con uno de peso 23 kilos por metro y calculados para durar 20 años.

De forma similar a la "Compagnie Générale des Omnibus" , los Tranvías del Norte, en su línea entre el Arco del Triunfo y la Plaza del Trono, usaría un raíl más reforzado de 100 mm de ancho por 52 de alto, y una ranura más profunda, de 32 mm. El raíl se montaba sobre un larguero de madera, al igual que su predecesor, pero usaba tornillos de cabeza avellanada que se atornillaban en el durmiente a través de orificios sitos en el fondo la garganta del raíl.

Los raíles tenían una longitud de seis metros y se fijaban mediante bridas o eclisas colocadas en la parte inferior de los mismos.

Pronto se descubrió que las traviesas no eran necesarias, y se prescindirá de ellas siendo reemplazadas por unos tirantes separadores formados por barras de hierro, No obstante, tras un tiempo también se sustituirían estas barras.


Al trazar las vías en caminos pavimentados con macadam, ocurría que los demás carruajes al tener el hábito de usar los raíles para desplazarse, producían un desgaste importante junto a los raíles y en el centro de la vía, llegando a dejar estos tirantes a la vista de modo que se convertían en un obstáculo para el paso de los animales y, por tanto, implicaba un gasto continuado en el mantenimiento y renovación del piso.
Para mejorar esta situación se decidió realizar una franja adoquinada de 25 cm a cada lado de los raíles con lo que se evitaría la erosión a ambos lados y al mismo tiempo se reforzaría el firme que solo sería desgastado por el paso de los jamelgos.
Así mismo, la "Compagnie Générale des Omnibus" decidió sustituir el Macadam en toda la plataforma de la vía e incluso llego a pavimentar con adoquines todo el ancho de las calles donde discurrían sus líneas en el interior de la ciudad.
Aunque el ancho inicial de la primera línea que trazo Loubat era de 1,54 metros, las líneas que se construirían a continuación serían de ancho estándar. A esto contribuyo la idea de los promotores de estos nuevos tranvías, de usar sus vías como líneas de enlace entre los diversos ferrocarriles de París, y hacer circular por ellas los vagones de mercancías entre las diferentes estaciones.

Estas pretensiones no llegarían a materializarse, pero, en cambio, este hecho definiría el ancho de vía de aquella red.

En Catalunya, la primera noticia que tenemos de empleo del raíl Loubat está en el primer proyecto del tram-vía de Mollet a Caldes, que originalmente se proyectaría para tracción animal y tal como finalmente si sucedió, circularía por la carretera de Caldes. Este proyecto finalmente vería la Luz con raíl vignole y tracción a vapor.

Al instalar el primer tranvía en Barcelona, la "Barcelona Tramways Ltd", usaría el raíl Loubat, por lo tanto, lo que se introdujo en dicho proyecto lo asumió el ayuntamiento como ley e introdujo en las primeras ordenanzas de construcción de tranvías, la obligatoriedad de usar este tipo de raíl y el ancho estándar (1,435).

En el tranvía industrial de los docks, fue la primera ordenanza que obligo a su uso impidiendo, por un lado, poder conectarse con los ferrocarriles (por estar legislado el ancho estándar en los tranvías de Barcelona), por otro lado, al estar el raíl Loubat pensado para tráfico de vehículos ligeros, a la larga el paso por la vía de los docks de mercancías pesadas produciría un rápido deterioro de la vía.

El empleo de tracción a vapor y neumática en los tranvías, el peso de los vehículos se incrementaría considerablemente. Esto obligaría a los técnicos a buscar nuevas soluciones, diversificándose en muchísimas variantes.

Los clasificaremos en cuatro tipos:

1- Raíl de doble alma; el raíl Loubat prolonga las pestañas laterales, creando con ellas unos largos nervios que reforzarían la vía en sentido vertical. El resultado final de esta evolución resultaría el raíl Demerve que en Barcelona emplearían la compañía del tranvía de Sans y el proyecto del tranvía de Casa Antúnez.  

2-El raíl de "girder" o de garganta, también conocido como Phoenix. En este caso se sustituiría el larguero de madera por una vigueta de hierro que finalmente constituiría un cuerpo único. Este raíl sería desarrollado en Francia por Broca y en EE. UU., por Phoenix.

En Barcelona hubo gran confusión y al principio se le denominó vignole, por su similitud a dicho raíl, que se empleaba en los tranvías interurbanos como el de San Andrés, por establecerlo así las leyes estatales de tranvías en carreteras estatales y provinciales.

La Sociedad Catalana de Tranvías (línea de Circunvalación) emplearía el Raíl Broca en la renovación de sus vías en los años 1890, el tipo de raíl era de lóbulos simétricos.

El raíl Girder o Phoenix sería finalmente el que se emplearía en toda la red y que se ha mantenido con sus diversas evoluciones hasta hoy, empleándose en los actuales tranvías.


3- Raíl Filadelfia o Step. Con forma de escalón, fue uno de los tipos de rail más antiguos, que pronto se generalizaría en la mayoría de ciudades americanas, sobre todo por la facilidad de mantenimiento de la vía en calles que en su mayoría no estaban pavimentadas o adoquinadas.

                                   

El raíl Step, que en principio como su originario era un perfil a montar sobre un larguero de madera, también evolucionaría, con la dotación de un nervio y una base inferior, resultando una forma muy similar al Phoenix pero sin contra raíl. Fue el usado por Train en sus líneas de Inglaterra y de alguna forma contribuyo a los problemas que tuvo con los ómnibus.
En Barcelona, la "Barcelona Tramways ltd", lo propuso para sus prolongaciones de la Barceloneta y Pueblo Nuevo, pero dado que ya se había legislado el raíl Loubat en las ordenanzas, no pudo instalarlo. 

4-También se desarrollaron muy diversos sistemas basados en colocación de barras o raíles sobre cojinetes o soportes de fundición de hierro. Este campo es de gran amplitud y los dejaremos para desarrollar en un futuro. No tenemos constancia de instalaciones ni proyectos con estos tipos de raíl en Barcelona, lo que no quiere decir que no los hubiere.


Finalmente, y como colofón, indicaremos que la Compañía fundición barcelonesa Herrería de nuestra Señora del Remedio, laminaría en 1874 sus primeros raíles para el tranvía de Sants.

Estos probablemente tendrían estas secciones. (Copiadas de los planos de diversos expedientes de concesiones tranviarias barcelonesas).




sábado, 25 de diciembre de 2010

De Stockton a Darlington con tracción animal

Hace algunos años en el Mercado de libros de ocasión de San Antonio de Barcelona, encontré un antiguo volumen encuadernado en rustica que compre entonces como una curiosidad ya que en aquel momento no me apetecía leerlo.
Años más tarde al encontrarlo y leerlo de forma arbitraria me cautivo por su excelente estilo y porque era una fantástica historia del nacimiento del ferrocarril moderno de la que he podido sacar interesantes informaciones.

Hoy nos complacemos de publicar un fragmento de este querido libro que hace referencia al nacimiento del transporte de viajeros por ferrocarril. En el vemos que nuestros amigos equinos, también contribuyeron en el nacimiento no solo de este tipo de transporte si no de una nueva concepción de la forma de desplazarse y comunicarse.

Esperamos que disfruten tanto de su lectura como nosotros.

VIDA DE GEORGE STEPHENSON
por Samuel Smiles
CAPITULO VIII (fragmento).....
El éxito acompañaba, la línea de Stockton a Darlington -señalaría el principio de una. nueva era, viniendo a efectuar, sencillamen­te, una completa revolución en los medios de comuni­carse en todos los pueblos civilizados. Las circunstancias podrían considerarse, en su totalidad, como favorables, y más anunciaban el triunfo que la derrota. Hombres prudentes, razonables y reflexivos, figuraban al frente del negocio, interesados en ver que se administraba económica y eficazmente, teniendo, por otra parte, la ventaja de contar con el concurso de un ingeniero dotado de grandes recursos, buen sentido, genio mecánico y clara inteligencia. La cantidad de carbón que había de ser transportada puede decirse que era casi ilimitada, encontrándose la mayor dificultad en hallar un medio satisfactorio de acomodarla. '
No obstante, hasta después de haber estado la línea en explotación durante algún tiempo, no se empezó a apreciar, en toda su magnitud, el importante carácter de este tráfico. Al principio, se creyó que el principal movimiento procedería del transporte de carbón para el interior; pero la. cláusula incluida en el primitivo proyecto, a instancia. del señor Lanbton, por la cual, la Compañía veíase reducida a no

cargar más que medio penique por tonelada y milla, por el carbón que llevara a Stockton para embarque, condujo a las deduccio­nes más inesperadas. Se había calculado que sólo, se embarcarían unas diez mil toneladas al año, y esto, es­pecialmente, en calidad de lastre; en lugar de lo cual, en el transcurso de muy pocos años, el carbón transportado por la línea, para la exportación, constituía la base del tráfico, mientras que el destinado al interior era relativamente insignificante. Las esperanzas de la Compañía, respecto al tráfico de pasaje, traspasaron, asimismo, los límites de lo que se esperaba. Al principio, no se pensó en nada de esto; y solo cuando el mo­vimiento progresaba, fue cuando se trató formalmente de agregar a los; trenes un coche de pasaje. Hace ochenta años, solo, había una silla de Postas en Darlington, que corría montada sobre tres ruedas. Todavía hay testigos presenciales, en Stockton, que recuerdan el tiempo en que el carruaje salía de esta población tres días a la semana pasando por Darlington y Bardnard Castle, el cual tuvo que interrumpir su marcha por falta de pasaje; tal era entonces lo reducido del movimiento entre ambas poblaciones a pesar de encontrarse tan próximas y ser, relativamente, muy populosa y si a esto se agregaba la prevención que pudiera tener contra el ferrocarril, bien puede añadirse que no había motivo para confiar en que prosperase.
Decidiose sin embargo hacer la prueba, con un coche autorizándose a George Stephenson para que lo hiciera construir en Newcastle por cuenta de la Compañía .
Así se efectuó, y el primer coche de pasaje se construyó según los dibujos de nuestro ingeniero. La obra, no obstante, resultó modesta, estando todavía bien distante de lo que debería ser un coche dedicado a tal objeto: en su interior había a cada lado una hilera de asientos hallándose, en el centro una. larga mesa de pino, y teniendo la entrada en la parte posterior lo mismo que en los ómnibus. Este coche llegó a Newcastle la víspera de la inauguración y formó parte del convoy mencionado.

Consultado Stephenson respecto al nombre que debería darse al carruaje, contestó enseguida que el de «Experimento» cosa que inmediatamente se efectuó.
­Tal era todo el material destinado al pasaje de la Compañía Stockton a Darlington en el año 1825
El Experimento fue no obstante el precursor de un importante tráfico, siendo, poco después por coches mas perfectos (aunque todavía tirados por caballos y más adelante tirados por largos trenes destinados exclusivamente al pasaje y arrastrados por locomotoras.
El «Experimento» principió a funcionar como coche de pasaje el 10 de Octubre de 1825 o sea 15 días después de la inauguración de la línea.
Iba tirado por un solo caballo y hacia un viaje diario de ida y vuelta entre las dos poblaciones separadas por una distancia de 12 millas, que recorría en dos horas.
El precio del pasaje era un chelín, sin distinción de clases, permitiéndose a cada pasajero un catorce libras de peso de equipaje sin gasto alguno adicional. Este carruaje no fue directamente explotado por la Compañía, sino arrendado a contratistas que se encargaron de hacerlo en determinadas condiciones.

Esta especulación dio tan buenos resultados que; con el mismo objeto, no tardaron en formarse otras Compañías, en las que figuraban posaderos de ambas poblacio­nes, lo que dio lugar a una activa. competencia en el tráfico de pasaje. Como se observamos que el «Experimento» tenía demasiado peso para ser tirado por un caballo, siendo, además, bastante incómodo, fue relegado al distrito minero, y reemplazado por otros vehículos mejores, los cuales no eran más que antiguos carruajes comprados por la Compañía y montados en un juego de ruedas a propósito para la tracción ferroviaria. Estos se arrendaban a las Compañías de coches de cuya cuenta co­rría proveerlos de caballos y administrarlos, según lo convenido y de igual modo que se había hecho con el '«Experimento».- Aquí comenzó la distinción de pasajeros, internos y externos, equivalente a la que existe entre la primera y segunda clase, cuyos precios son distintos. La competencia entre unos y otros, en la vía férrea y' con las diligencias ordinarias en la carretera, en breve hicieron aumentar la velocidad, que se elevó a diez millas por hora que era el máximo de la marcha de los coches correos y era considerada como muy rápida. El señor Clephan, natural del distrito, ha comunicado al autor lo siguiente, referente a la. competencia que en­tonces se hacían las compañías de coches rivales: «Había dos compañías diferentes, de coches, en Stockton,­ ocurriendo, a veces, curiosas luchas entre los conduc­tores, quienes hallaron en el raíl un nuevo elemento para aguzar la competencia. Sabido es que los carruajes no pueden adelantarse unos a otros, marchando sobre los rails, como por la carretera, y como la línea era de una sola vía, con cuatro recodos de precaución, cada milla, .para facilitar 'el paso de los carruajes o dos trenes que se encontraran, surgió la cuestión de cuál de los dos había de retroceder, lo que no se arreglaba »siempre de un modo pacífico. En cuanto a los trenes, vino a ser cosa convenida que los vacíos cedieran el paso a los cargados; y, respecto a trenes y carruajes, que los pasajeros fueran preferidos al carbón, dejando que los carruajes, al encontrarse,' se arreglaran como mejor pudieran.
Por último, para orillar dificultades a la mediación entre un recodo y otro se levantó un poste, disponiéndose que, el que le hubiera pasado, debería seguir adelante, mientras que al otro le correspondía retroceder. En los paradores de Goose Pool y Early Nook solían de­tenerse los carruajes y allí, pasajeros y conductores, echaban una copa. Uno de los vehículos introducidos por uno de los referidos hosteleros, ,era una. combina­ción de dos carruajes corrientes, acercándose al verdadero tipo ferroviario que aún se adhiere; con excepciones, cada vez más; numerosas, al de la diligencia. Un tal Dixon, que hacía de conductor en el «Experimento», entré Darlington y Stockton, es el primero que tuvo la idea del alumbrado de los carruajes en la vía férrea. En una obscura noche de invierno, compadeciéndose de los pasajeros, compró una bujía por un penique y la colocó, encendida, sobre la mesa. del «Experimen­to», cosa que repitió después, siendo, por tanto, el primer carruaje ferroviario en el cual, había diferencia de clases, que evitó a los pasajeros el estar en la oscuridad.
El tráfico de todo género aumentaba. tan constante y rápidamente, que resultaba difícil se efectuara satisfactoriamente. Según la primera ley, referente al ferro­carril de Stockton y Darlington" se advertía que la línea, quedara libre para todo el que quisiera usarla, abonando los derechos convenidos, pudiendo, cada cual, poner vagones y caballos en la vía, conduciéndolos por su cuenta.

Pero, esta disposición propendía a aumentar la confusión y las dificultades, siendo incompatible con un creciente é importante tráfico". Los trenes de mercancías llegaron a ser tan largos, que los conductores hallaron necesario pedir la ayuda de la locomotora para poder continuar su camino. Entonces, fue cuando empezaron a circular trenes mixtos de pasajeros y mercancías ; resul­tando de ahí que la Compañía ferroviaria se vio obligada a hacerse cargo por completo, y de una vez; del tráfico.
Andando el tiempo, se construyeron nuevos coches para acomodar mejor al público, hasta que, por últi­mo, trenes de pasaje circularon regularmente arrastrados por locomotoras, si bien esto no se llevó a cabo hasta que la. Compañía de Liverpool y Manchester llegó a establecerlo como rama importante del tráfico.


Las tres locomotoras Stephenson fueron, desde el principio, empleadas con regularidad en el arrastre de los trenes de carbón y lo bien que llenaron su objeto originó el aumento gradual de su potencia. La rapidez de la marcha de esta, máquina, por lenta que hoy pa­rezca, fue, en aquella época, considerada poco menos que como maravillosa. Habiéndose efectuado una carrera en competencia entre la máquina número 1 y uno de los coches diligencia que hacían el trayecto de Darlington a Stockton por la carretera, se consideró como un gran triunfo del arte mecánico, que la locomotora llegara primero aventajando a su competidor en unas cien yardas. La misma máquina seguía trabajando, en buen estado, en 1846, en cuya época fue ala cabeza del convoy ferroviario, celebrado con motivo de la inauguración del ferrocarril de Middlesborough y Redcar, caminando a razón de catorce millas por hora. Esta máquina, la primera que arrastró un ferrocarril público, ha sido después colocada, sobre un pedestal, frente a la estación de Darlington. , .

No obstante, por espacio de algunos años, el principal arrastre de la línea fue efectuado por tracción animal Estando la inclinación de los planos en dirección al mar, esta era, quizás, la más económica mientras el tráfico no pasara de un límite. El caballo tiraba del tren, a lo largó del camino nivelado, hasta llegar al plano descendente, por el cual corría el tren, impulsado por su pro­pia gravedad, por cuya razón se desenganchaba. el caballo, que pasaba al otro extremo del tren, y, una vez allí, se le hacía subir a un carro destinado al efecto y cuyo fondo se hallaba. a poca altura del suelo, en el cual se le tenía. preparado siempre un pienso abundante.
Los detalles de la explotación fueron, gradualmente, perfeccionándose con la práctica ; no teniendo, en un principio. los que concibieron el proyecto y construye­ron la línea, apenas conciencia de la importancia y significación de la obra que habían emprendido, ni pudieron pensar que echaban los cimientos de un sistema llamado a revolucionar las -comunicaciones internacio­nales, convirtiéndose en fuente de prosperidad para el género humano. Conviene tener en cuenta que ,el resultado comercial de la empresa fue considerado como satisfactorio desde el primer momento. Además de originar un gran beneficio público a los habitantes del distrito; contribuyendo a abrir nuevos mercados a los depósitos casi inagotables de carbón que se descubrieron en él de Bishop Auckland, las utilidades derivadas del tráfico creado, por el ferrocarril permitían, que se pagaran dividendos más crecidos a aquellos que habían arriesgado sus capitales en la empresa, sirviendo así de estímulo a los qué pensaran en proyectos análogos.
......
Samuel Smiles fue coetáneo de Stephenson, llegando-lo a conocer. Publico su biografia en 1857 casi 10 años después de su muerte (1848) por lo cual las historias y relatos del libro corresponden a una memoria muy reciente y por tanto muy fidedignos.
Por otra parte este libro, fue para nosotros el descubrimiento del gran filantropo, que fue Smiles, que con su obra pretendió dignificar a las clases populares, imbuyendo-las en una cultura de esfuerzo y auto superación.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Los Hermanos Baucells


En la primera línea de tranvías de Barcelona, aparece un constructor local de coches de Tranvía. Así según la prensa de la época, la Barcelona Tramways Ltd. en 1872 dispuso de 8 coches "George Starbuck y Cia" para 36 asientos en el interior y 18 plazas en el exterior, dos coches de "Talleres Baucells " de Barcelona para 12 pasajeros en el interior. Otros diez coches "George Starbuck y Cia " para 12 plazas y un coche para 44 pasajeros procedente de Tranvías de Viena.
Si bien hemos encontrado documentación relativa a los 8 coches con imperial ( el primer tranvía de Barcelona) y de los de George Starbuck, no tenemos claro cuales eran estos vehículos de 12 plazas.
Tal vez fueran vehículos idénticos a los coches Starbuck que se hubiesen traído a piezas y se hubiesen montado aquí. En fin estamos en el campo de las especulaciones.


Coche atribuido a fabricación Barcelonesa según el Boletín de Tranvias de Barcelona.

Lo cierto es que Segismundo Baucells era una firma con experiencia en construcción de carruajes, también construiría ómnibus y Riperts, y la existencia de esta industria facilitaría a la Barcelona Tramways un servicio de mantenimiento adecuado para su material.

Coche de la primera serie fabricada por Baucells para la Tramvia de Sants


Años después cuando en 1875 la compañía de capital catalán Tram-vía de Barcelona a Sants, decidió proveerse de sus vehículos, no dudo en adquirirlos a Segismundo Baucells quien construiría ocho coches que por las fotografiás consultadas apenas si se distinguen de los importados de Inglaterra.
Esta misma compañía adquiriría todas sus instalaciones fijas a empresas catalanas, por ejemplo los raíles serían proveídos por la Herrería de Nuestra Señora del Remedio es decir "Can Girona".
El Diario de Barcelona del martes día 25 de mayo de 1875 publicaba : Ayer se inauguró en esta capital la tram-vía del llano de la Boquería a Sans. Ocho carruajes enteramente iguales en capacidad y comodidades a los de las demás líneas, aunque variando únicamente en los rótulos de la caja, que lleva en sus extremos escudos de Cataluña, condujeron a las autori­dades y convidados a la inauguración. Iba en el imperial del primero un pendón encarnado con el escudo de armas de la Ciudad y el lema "Industria barcelonesa - Segismundo Baucells é hijos, constructores", por ser los que han hecho los citados carruajes, que honran sus ya acreditados talleres.
Coche de un piso del tranvía de Sants

Sus talleres estabán en la calle Marques de Campo Sagrado según podemos ver en la siguiente reseña: La Vanguardia página 4367, 18 de agosto de 1881 ANUNCIOS OFICIALES.
Ayuntamiento Constitucional. de Barcelona.-Habiendo acudido á esta municipalidad Segismundo Baucells en súplica de que se acuerda la legalización de un generador de valor de nueve caballos de 15 kilográmetros en los bajos de la casa núm. 20 de la calle de Campo Sagrado, con destino al taller de construcción de vagones y coches para tranvías. Lo que se hace público para que los vecinos y propietarios inmediatos á la expresada casa puedan, á tenor de lo prevenido en el arto 123 del Código Municipal vigente, presentarlas reclamaciones que estimar. oportunas, durante los quince días siguientes al de la publicación del presente anuncio; á cuyo fin estará el expediente de manifiesto en la Sección de Fomento de la Secretaria del Excmo. Ayuntamiento.-Barcelona 17 agosto de 188l.-El Alcalde Constitucional, Presidente, Francisco de P. Rius y Taulet.
De estos talleres situados estratégicamente próximos a la línea de Sants y a la Estación del Tranvía de la Sociedad Catalana de Tranvías se proveería esta última compañía de todo sus vehículos.
Tranvia de circunvalación en 1894

Los primeros con que se inauguro la línea de circunvalación, el 1 de marzo de 1877 eran carruajes sin imperial, y con plataformas muy anchas según apreciaba el Diario de Barcelona. Estaban pintados interiormente de azul con lar armas de Cataluña en oro y colores y un rótulo que decía "Sociedad Catalana de Tranvías" ... En breve tiempo y coincidiendo con la temporada estival en la que para hacer mas llevaderos los calores todas las compañías disponían de vehículos abiertos o jardineras de modo que el Martes 1 de mayo de 1877 el Diario de Barcelona informaba: En la tram-vía de circunvalación han empezado a prestar servicio cuatro coches jardineras para vera­no. Tienen asientos transversales y carecen de cris­tales... impide la incomodidad del sol una cortina por el estilo de las que hay en las jardineras de la trae-vía de Gracia..
Al parecer esta compañía proseguiría ampliando su parque móvil y el 27 de marzo de 1881 La vanguardia publicaría:-La compañía del tram-vía de circunvalación ha puesto ya en ejercicio unos elegantes y vistosos coches-jardineras.
Coche jardinera que seguiria prestando sus servicios tras la electrificación de la red


Baucells continuo un sólido crecimiento e intervino en la creación del segundo tranvía de Gracia, La Compañía del Tramvía de Barcelona Ensanche y Gracia.

Un tranvia de la compañia de Barcvelona, Ensanche y Gracia

El DIA 15 de agosto de 1881 quedó inaugurada la línea de tranvías de caballos entre la plaza de Santa Ana y la plaza de la Boira, en Gracia. Los coches, sin imperial y tirados por briosas mulas mallorquinas, subían por la calle de Lauria y bajaban por la de Bruch. Fueron construidos evidentemente por «Baucells Hermanos»

Posiblemente partiendo de la fotografia anterior el dibujante Urbez, realizo esta reconstrucción. Notese la elegante solución que tomo para resolver la falta de información sobre la rodadura.

LOS «SALVAVIDAS» DE LOS TRANVÍAS
«Baucells Hermanos», fue uno de los pioneros en la construcción de dispositivos «salvavidas » . Los peatones barceloneses no tardaron en caer en la cuenta de que ante el tranvía convenía andar ligeros y con la vista atenta. Aprendieron a calcular las distancias para apartarse a tiempo. Pero no faltaban ancianos, sordos, chiquillos y distraídos que caían fatalmente bajo las ruedas de los carruajes. ante esta situación la administración tomaría cartas en el asunto e impuso a las compañías a que se dotara a sus coches de medios de protección para paliar estos graves accidentes. Baucells fue unto de los primeros constructores tranviarios que se preocuparon por la seguridad del peatón y pensó que unas planchas de madera colocadas ante las ruedas podrían evitar, si no el golpe, el atropello cuyas consecuencias solían ser muy graves. Baucells experimentó su «salvavidas» en 1877. Sin embargo, el útil artefacto no se pudo poner a punto hasta años más tarde. En 1881, la compañía concesionaria de los tranvías a Sans propuso un modelo lo suficientemente perfeccionado para que el Ayuntamiento, en el mes de marzo, ordenara que todas las empresas tranviarias adoptaran aquellos «salvavidas», concediendo quince días de plazo para que se instalaran en sus carruajes.

En los años 1890 los tranvias de la General llevaban salvavidas como se desprende de la fotografía.

La Vanguardia pagina 1126, 31 de marzo de 1881: -La empresa del tram-vía de Sans con la mayor actividad se ocupa de colocar en los coches los aparatos salva-vidas, á fin de dar cumplimiento, dentro el término de 15 días, al acuerdo que en su sesión del martes tomó el Excmo. Ayuntamiento. Mucho nos alegraríamos de poder decir lo propio de las demás empresas.
Baucells continuo su crecimiento y también construyo coches Ripert para la Compañía del Tramvía de Barcelona Ensanche y Gracia que explotaría también este medio de transporte simultáneamente a los tranvías.

Uno de los salvavidas de Baucells en un coche de la línea de Sants.

Con el crecimiento se impuso la ampliación del negocio y para ello la compañía previo crear una nueva factoría y el 15 de marzo 1883 aparecía en la Vanguardia -En breve se establecerán en Barcelona espaciosos talleres para la construcción de coches de los tranvías y vagones para los ferrocarriles. bajo la dirección de los industriales señores Baucells.

No obstante lo que realmente sucedió fue que Baucells se asociaría con Girona y formarían la Material para" ferrocarriles y construcciones», conocida entre los constructoras, con el objeto de abreviar, como «La Material.»

Anuncio de la material de un plano urbano de 1896

Desde esta fecha tomaron los talleres un vuelo considerable. Montóse de nueva planta, al lado de los talleres existentes de la Herrería de Nuestra Señora del Remedio para el trabajo del hierro, un vasto taller para las construcciones de madera, dispuesto con todos los adelantos y provisto de las mejores maquinas de entonces y en 1884, vieronse salir de estos talleres los primeros vagones.

Tranvia para Zargoza ya construido en "la material" y que aparece en el anuncio anterior.

No obstante dada la importancia de la empresa entonces constituida, la dejaremos para otro post o para el Blog de Macosa al que recomiendamos, busque en la hemeroteca de la Vanguardia donde encontrará un magnifico artículo de 23 de Agosto de 1891 sobre esta compañía.

martes, 30 de noviembre de 2010

Un tranvía de Barcelona construido por Starbuck

Tras el éxito inicial de las líneas de Gracia y la Barceloneta la Compañía de Tramvías de Barcelona extendió en 1874 una línea desde el Pla de Palau a Sant Marti dels Provençals por el entonces paseo del Cementerio y la calle mayor del Taulat.
Esto además de mejorar las posibilidades de desplazamiento de los barceloneses de entonces implicaría la necesidad de contar con más vehículos, caballerías e instalaciones.
Por ello la compañía adquirió de George Starbuck and Co Ltd. varios coches que esta vez serían de un solo piso, sin imperial. Estos tranvías tenían capacidad para dieciocho pasajeros en su interior comodamente sentados entonces no se hablaba de las personas de pie en el interior ni en plataformas.
La caja tenia 4,26 metros de largo por 2,08 de ancho siendo la longitud total del vehículo, de 6,096 metros, y su altura desde los raíles 2, 8m lógicamente el ancho de vía era de 1, 435m.
En su interior dispondría de 4,04 metros lineales útiles en los que dos bancos laterales acolchados permitirían alojar a nueve personas en cada uno con un espacio de 45centimetros, lo que entonces era una dimensión amplia si consideramos que en los ómnibus el espacio era de 40. la estructura de la caja era de roble y los paneles de maderas más livianas.
Los laterales tenían 7 ventanales y en cada extremo sendas plataformas de casi 1m de longitud, que daban acceso al interior del coche por puertas abatibles.
Su techo estaba forrado de lona protegida con brea y disponía de un linternón para facilitar iluminación y ventilación al mismo tiempo.
Dos lámparas de queroseno facilitaban la iluminación nocturna y para la evacuación del humo de las mismas sobresalían del tejado dos pequeñas chimeneas.
La característica principal que los diferenciaba de los primeros coches era su ligereza. Si aquellos pesaban en vació unos 2500 Kg., estos pesaría 1.574 Kg., Equivalente a 87 Kg. por pasajero lo que redundaría en menor esfuerzo de tracción para los animales de tiro y mejor maniobrabilidad para el cochero al tener que vencer una menor fuerza de inercia en el freno. Las ruedas, tenían un diámetro de 0,762m de diámetro, y estaban fabricadas en fundición de hierro con una llanta de rodadura en acero forjado que se fijaba al cuerpo de fundición por prensado. Los ejes tenían un diámetro de 76mm estaban fabricados en hierros muy bien seleccionados a fin de dar la máxima fiabilidad, estaban colocados a una distancia de 1,676m entre centros; sobre ellos dos cajas de grasa ayudaban a reducir la fricción en los cojinetes. La suspensión se hacia por muelles y bloques de caucho.
El freno era del sistema Stephenson, el mismo sistema empleado en el tranvía con imperial de Barcelona, pero sus proporciones eran lógicamente diferentes. Las manivelas de frenado se situaban en ambos testeros y aplicaban su esfuerzo sobre cuatro zapatas una en cada rueda accionándose estas simultáneamente con una relación de frenado de 1 por 72 es decir que aplicando una fuerza de 25 Kg. a la manivela de frenado resultaba una fuerza de estática de frenado de 1.800Kg.
Todas estas características redundarían en un vehículo ligero y fiable que circularía en las calles de Barcelona hasta la llegada de la electricidad.
La tracción se hacia con un tronco de mulas en las líneas de bajo perfil (Barceloneta Pza. Catalunya y Poble Nou a Pla de Palau) y con una cuarta en la línea de Atarazanas els Joseppets).
Tal como vemos en la fotografiá que fue tomada frente a la cochera de la Plaza dels Josepets, algunos de estos coches circularían en la línea Atarazanas- calle de Provenza, es decir un recorrido urbano por las Ramblas, y el paseo de Gracia hasta el limite con esta entonces vecina población y si comparamos esta fotografía con el plano de un coche Starbuck que también hemos reproducido podemos comprobar la total coincidencia en formas y sistema de rodadura de lo que hemos deducido que se trata del mismo modelo de coche.
La descripción y plano en que nos hemos basado en este artículo corresponden Al libro Tramways de Kinear Clarc. Las fotografías son de varios archivos que al haber sido publicadas en muy diversos medios sin indicar la fuente original, no nos es posible determinarla aunque muy probablemente la de la cochera sea del archivo de la antigua Barcelona Tramways, Confesando nuestra ignorancia sobre la fantástica foto de la Plaza de San Sebastían.

sábado, 20 de noviembre de 2010

George Francis Train

George Train nació en 1829 en Boston EE.UU..Cuando sus padres murieron, el coronel Enoch Train, propietario de una importante empresa naval, se convirtió en su mentor. Con esta compañía setrasladaría a Australia donde el primer correspponsal estadounidense durante la fiebre del oro.
Se le atribuyo durante mucho tiempo la invención del Tranvía, siempre hemos sido enemigos de las simplificaciones y en este caso a demás era una falsedad, pues si bien a el se le debe la introducción, del tranvía en Gran Bretañ; antes de ello Masson en Nueva York había construido su tranvía solo 3 años después del nacimiento de Train y Loubat habíabia instalado su primer tranvíavia en el París de 1852.
George Train fue lo que se dice un aventurero en todos los ámbitos en que se introdujo, desde los negocios relacionados con la fiebre del oro, a la ebullición de las industrias ferroviarias de los años 50 del XIX, que poco tiempo despues generarian la primera gran crisis de la era industrial. En sus aventuras politicas tomando partido por la emancipación de la mujer al mismo tiempo que contra la abolición de la esclavitud y de la igualdad racial. Es decir para nosotros sería un hombre de ideas contradictorias que llegaria a presentarse a la candidatura como presidente de su pais..
En 1870, George Francis Train emprendió un viaje alrededor del mundo. Fue, sin duda, una proeza extraordinaria en una época de barcos de vapor y locomotoras, que inspiró el personaje de Phileas Fogg en La vuelta al mundo en ochenta días de Julio Veme.
Su salud comenzó a deteriorarse y perdió credibilidad ante la opinión publica que empezó a considerarlo un lunático. No obstante su impetu aventurero se mantendría y en 1892, a los 63 años, emprendió un viaje alrededor del globo que en esta ocasión conseguiría completarlo en sesenta días.
Hace algunos años por mediación de mi amigo Oriol, conseguí una biografía de él, extenso volumen de interesante lectura y que nos revelo su personalidad de excéntrico y de hombre que difícilmente profundizaba en los temas, pues a pesar de sus proezas, en ninguna llegaría a perseverar. De este libro hemos extraído el capitulo que hace referencia a su aventura tranviaria en Gran Bretaña.


El rey de los tranvías británicos
Mientras actuaba como relaciones públicas y agente financiero del ferrocarril Atlántico-Gran Oeste, Train trabajaba en un proyecto propio. Durante una visita a Filadelfia en 1858, había visto y comprobado el éxito de los vehículos tirados por caballos que circulaban por los carriles de las calles, lo que llamaríamos la red tranviaria. Le pareció un sistema de transporte muy ventajoso para la población y se preguntó por qué Londres, con un número mayor de habitantes, no había adoptado este sistema. En aquel momento, Nueva York y Filadelfia eran las únicas ciudades del mundo por las que circulaban tranvías.

Train estudió minuciosamente los detalles de su construcción y funcionamiento con la idea de emular su éxito en Inglaterra.
Todos los esfuerzos previos de implantar tranvías tirados por caballos en Inglaterra habían fracasado ante una fuerte oposición, pero Train no dejó que eso se interpusiera en sus planes. Pese a los primeros contratiempos, la idea de los tranvías en sí era buena, con múltiples ventajas obre las formas tradicionales de transporte. Resultaba más fácil tirar de un vehículo cuyas ruedas metálicas se deslizaban por raíles construidos en las calles, que de un carromato rodando por la superficie desigual de las calles. Sobre todo, ofrecía la ventaja de que dos caballos podían tirar de un tranvía con cincuenta pasajeros, que era casi el doble de capacidad de los ómnibus tirados por caballos. En consecuencia, los tranvías eran más fáciles de mover y más cómodos.!
En 1858 Train se entregó en cuerpo y alma al osado esfuerzo de llegar a ser el pionero de los tranvías en Gran Bretaña. Primero viajó a Liverpool, la ciudad que mejor conocía y que, no sin razón, pensó que le ofrecía mayores posibilidades de éxito. El hecho de ser la principal ciudad portuaria del mundo le llevó a la errónea conclusión de que se trataba de una ciudad progresista. Las autoridades municipales ni

siquiera se dignaron considerar su propuesta, estrechos de miras y cortos de vista como lo habían sido casi una década antes, cuando Train les había obligado a introducir nuevas prácticas en el puerto de Liverpool. Aunque otros se habrían desanimado ante esta actitud, Train puso rápidamente en marcha un nuevo plan de acción.
En el pasado, mientras estuvo involucrado en el negocio de la construcción de barcos, había conocido a John Laird, «el constructor de barcos, enérgico y progresista» que presidía a los comisarios de Birkenhead, con sede en la orilla del Mersey opuesta a Liverpool.

Unos años después, Laird construiría muchos barcos, como el Alabama, que burlarían el bloqueo de los confederados. A Train se le ocurrió que Laird se dejaría convencer fácilmente, dado que se trataba de un individuo de pensamiento abierto, con el sentido común suficiente para apreciar los méritos de los tranvías. Además, Train se ofreció a construir un tranvía corriendo con todos los gastos, a pavimentar con raíles algunas de las calles por las que pasaría el tranvía, y, aún más, a cobrar una tarifa más reducida que los ómnibus. En el caso de que los comisarios no quedaran satisfechos con la línea, Train se comprometió a retirar los raíles de las calles, dejándolas tal y como estaban de nuevo, corriendo él con todos los gastos. Laird recibió con optimismo la generosa oferta de Train y, gracias a su influencia, la Cámara de Comisarios de Birkenhead concedió permiso a Train para poner en marcha el plan. Train se apresuró a terminar el tranvía antes de que hubiera más oposición y, sobre todo, antes de que se lo impidieran otras empresas de transporte.
E130 de agosto de 1860 se celebró la gran inauguración del primer tramo de la línea tranviaria, de dos kilómetros y medio de longitud, propiedad de la Compañía de Ferrocarriles sita en la calle Birkenhead, en Liverpool. A las diez de la mañana, los primeros tranvías fueron colocados en los raíles, se engancharon dos caballos a cada vehículo e iniciaron su primer viaje. Como Train había previsto, fue un éxito desde el principio. Una multitud se agolpó en las calles para observar el experimento, lo cual demostró que los nuevos tranvías eran muy populares. La inauguración corrió a cargo de Train, que obsequió a sus invitados con un espléndido banquete. Mil doscientas personas fueron invitadas, incluidos treinta monarcas europeos y distintos lores, miembros del Parlamento, e incluso ¡el Papa! Aunque no asistió ningún monarca, sí que acudieron muchas otras figuras eminentes, en total unas trescientas cincuenta.2
A Train le halagó mucho recibir tantas alabanzas por sus esfuerzos. Le produjo una honda satisfacción comprobar que el tranvía era recibido con una actitud generalizada de aprobación. Por ejemplo, el Times escribió que «Birkenhead fue testigo ayer de la inauguración formal de un proyecto que, en este país, supera todas las facetas de lo novedoso».3 Resumía, brevemente, los esfuerzos previos y fallidos de reemplazar los incómodos y abarrotados ómnibus por transportes como los «vehículos grandes y espaciosos que se deslizan rápidamente y con un movimiento regular por pequeños raíles de hierro» de Train.
Ha tenido que ser un ciudadano de Estados Unidos quien infundiera esperanzas renovadas a los defensores del proyecto. La introducción de los tranvías debe atribuirse, sobre todo, al señor G. F. Train, de Boston. Aunque han transcurrido cinco cortos meses desde que presentó las propuestas sobre el tema ante los comisarios de Birkenhead, al cabo de dos meses se encontró con que las propuestas habían sido aceptadas, y ayer las vio llevadas a la práctica.4
Aunque el Times opinaba que los tranvías estaban «equipados con más lujo que buen gusto», admitió sin embargo que «la comparación entre viajar en uno de los tranvías del señor Train y viajar en uno de nuestros ómnibus corrientes, equivaldría a cambiar una habitación angosta y reducida por un apartamento cómodo y bien ventilado», y predijo, con cautela: «En resumen, todo parece indicar que el experimento de Train en suelo británico no podría haber tenido más éxito.» Y concluía que no había «razón para dudar» de que Train triunfaría en empresas similares.
El tranvía de Birkenhead pronto conquistó al público. Train lo contempló como un trampolín para alcanzar sus objetivos. Animado por su logro, Train desempolvó sus planes de construir tranvías similares en Manchester, Glasgow, Londres y en todas las ciudades británicas importantes. Inmediatamente extendió sus operaciones a Londres, pese a que tres años antes, una empresa francesa había fracasado en su intento de implantar un tranvía inspirado en el diseño norteamericano. En el fondo, fracasó a causa de las irregularidades financieras y de una feroz oposición nacionalista a semejante intrusión.5
En Londres, no obstante, la oposición fue más contundente y verbal. En cada uno de los seis mil conductores de ómnibus de Londres, Train tropezó con un feroz enemigo. No tardó en averiguar que formaban un grupo de presión implacable y altamente organizado. Dada la naturaleza de su trabajo, mantenían un contacto con el público que Train no podía ni soñar. Se opusieron a Train en cada nivel del gobierno local, llegando incluso con su influencia hasta el mismísimo Parlamento. No contento con esto, Train tuvo además que emprender la monumental tarea de obtener todas las franquicias necesarias, tarea que se presentaba casi como imposible, dado que cada parroquia londinense constituía, prácticamente, una municipalidad separada. Sólo una persona paciente y con una estrategia definida sería capaz de llevar a cabo semejante empresa. ,
Sir Benjamin Hall, el comisario de Obras, se opuso de manera constante a sus planes. Train tuvo que comparecer ante la Junta metropolitana de Aldermen con maquetas, mapas y dibujos listos para inspección. Allí le interrogaron sobre la construcción y el funcionamiento del tranvía, el impacto de su presencia en las callejuelas y en el resto de las áreas transitadas, sobre el riesgo de accidentes, etc. U no de los presentes, enemigo acérrimo de los tranvías, fulminaba a Train a través de su monóculo mientras lo interrogaba. Cuando los
'miembros de la Junta quisieron saber cómo pensaba Train colocar los raíles en una calle angosta como Ludgate Hill, el hombre volvió a fijar su centelleante monóculo en Train y le espetó:
-Supongamos que me dirijo en mi calesa' a Mansion House y uno de mis caballos resbala con su maldito riel y se rompe una pata. ¿Me pagaría el caballo?
-Milord -contestó Train sin inmutarse, si me convenciera de que su maldito caballo no se habría caído de no haber sido por el riel, no dudaría en hacerlo.
El público se puso del lado de Train. Pese a los esfuerzos de este individuo, la audiencia fue un éxito y Train obtuvo permiso para colocar los raíles del tranvía desde Hyde Park a Bayswater. Aunque el recorrido no superaba los tres kilómetros, se había sentado precedente en el corazón de Londres. Para que Train viera cumplidos sus objetivos, era vital que la concesión tuviese éxito. La primera línea se abrió en Bayswater Road el 23 de marzo de 1861. Decían que Dickens y Thackery se encontraban entre los espectadores. Le siguió unaaa segunda línea desde la estación Victoria a la abadía dWesternsta el 15 de abril, y una tercera desde WesWesWesternsnnington Gate, inaugurada el 15 de agosto.6
Irónicamente, las dificultades para Train no habían hecho más que comenzar. Los conductores de los ómnibus se mostraron decididos a no rendirse sin luchar. Los tranvías circulaban por raíles acanalados basados en el modelo de Filadelfia, que Train patentó en abril de 1860. Los raíles eran de hierro laminado y pesaban 22,68 kilos por cada 91 centímetros lineales. Tenían el mismo ancho que las ruedas de los ómnibus, cuyos conductores pronto descubrieron que, si se salían de los raíles de forma brusca y repentina, podían romper las ruedas y causar accidentes en detrimento de la fama de los tranvías. Train denunció que «los conductores cruzaban los raíles una y otra vez conducían sobre ellos de la forma más temeraria para torcer o romper las ruedas de los ómnibus, cosa que lograban a menudo, y ocasionaban muchos accidentes de esta índole» .
Aunque suene extraño, los conductores de los ómnibus no eran los peores enemigos de Train. Los prósperos e influyentes habitantes de las zonas elegidas para construir las vías odiaban los tranvías por los peligros y los inconvenientes que representaban. Las vías del tranvía no estaban niveladas con la calzada y los carruajes de la alta burguesía daban tumbos al pasar por encima de los rieles.
Los dos grupos, la alta nobleza y los conductores de los ómnibus, establecieron un frente formidable. La clase humilde y trabajadora, que encontró en los tranvías un medio de transporte cómodo y barato, se puso de parte de Train. Los mismos grupos sociales se habían opuesto en Norteamérica a los tranvías cuando se introdujeron por primera vez. La oposición se hizo más y más dura hasta que, finalmente, Train fue condenado por alterar el orden público y multado con quinientas libras, que se negó rotundamente a pagar por una cuestión de principios, lo que le acarreó el ingreso en prisión y la privación de libertad hasta que acatara la ley. Primero fue conducido a Sloman, un centro en el que los deudores permanecían detenidos un día para darles la oportunidad de pagar su deuda y eludir la cárcel, y después a la prisión de la calle White Cross, como deudor. Pero sus problemas no acabaron aquí.
Por desgracia, un joven resultó muerto en un accidente de tran vía. Train, como promotor del transporte, fue arrestado mientras se encontraba en la cárcel de deudores, y acusado de homicidio involuntario. Aunque mantuvo que el accidente era inevitable y que el tranvía no había sido el causante, fue objeto de un sinfín de airadas protestas. Para aplacar a la opinión pública, Train pagó el funeral del muchacho e «hizo todo cuanto estuvo en sus manos para reparar su muerte, en el plano material». El juicio por homicidio involuntario tuvo lugar en junio de 1862. Según una versión, Train habría sido condenado de no haberse defendido así mismo en la corte.7
La animosidad contra él se avivó al conocerse que había pronunciado discursos declarándose a favor de los abolicionistas. Precisamente, los mismos círculos selectos de la sociedad británica que se habían opuesto a sus tranvías porque obstruían el paso a sus carruajes, ahora se sentían doblemente ofendidos, ya que apoyaban a los confederados.
El rechazo en el Parlamento de un proyecto de ley a favor de los tranvías, por escasos votos, obligó a Train a desistir de sus esfuerzos en Londres. E121 de junio de 1862, tres líneas habían dejado de funcionar. Prácticamente, todos los tranvías de Train en Londres fueron retirados de la circulación y ningún tranvía volvió a circular por la capital, de forma permanente, hasta 1870. No obstante, este fracaso se vio compensado, en parte, por su éxito en el resto del país. Instaló un tranvía, que hacía un recorrido de varios kilómetros, en el condado alfarero de Staffordshire; y otro, también, en Darlington.8 El uso de un nuevo tipo de raíl plano que no interfería el tráfico de otros vehículos mejoró la situación. Las líneas del norte prosperaron durante mucho tiempo.
Train intentó, igualmente, crear líneas de tranvías en Glasgow, pero el proyecto de ley que presentó a los representantes parlamentarios fue rechazado por las autoridades y no prosperó. Recibió permiso para construirlas en Birmingham pero, por otros motivos (sus esfuerzos en defender a los yanquis), él no pudo llevar el proyecto a cabo; fue la empresa la que acabó realizando el proyecto. También afirmó haber construido líneas en Génova y Copenhagen.
Una autoridad en el tema resumió la considerable contribución de Train al transporte público en Inglaterra escribiendo que:
Sus tranvías eran los mejores y más cómodos vehículos rodados que se habían utilizado [...] sus innovaciones incluían empleados uniformados, correas para que se sujetaran los viajeros de pie, tarifas reducidas, uso extensivo de billetes (bonos) de pre pago vendidos con descuento [...] mayor ventilación, y mayores facilidades para subir y bajar del vehículo.
Por extraño que parezca, los primeros carriles habían sido inventados un siglo antes por Benjamin Outram (de ahí viene la pala­bra «tranvía»), que construyó una línea férrea para arrastrar vagonetas cargadas de carbón. De ahí surgió esta irónica rima:
Los tranvías son tranvías y los trenes son trenes,
y no habrá entre ambos ninguna cercanía
mientras los trenes circulen por los raíles
y los tranvías por las travesías.
Aunque, por raro que suene, gustan a pares
a la enmarañada cadena de las cronologías,
ya que al señor Tram le debemos los trenes
y al señor Train los tranvías.
Como hemos podido ver a lo largo del blogg ni uno invento el raíl ni el otro el tranvía aunque si ambos contribuyeron a su mejora y desarrollo.

jueves, 11 de noviembre de 2010

EL TREN DE LA MONTAÑA

Cuando encontré este artículo, no tuve la precaución de apuntar la fecha ni el diario en que fue publicado simplemente lo recorte y lo enganche en una cartulina en la que se ha mantenido hasta ahora pegado, desconocía a su autor, y fue la primera noticia para mi de este pequeño tren.
Tras despegar lo más cuidadosamente posible el recorte de su soporte conseguí leer en el reverso una noticia referente al submarino "Piscis III" pero a parte del día que indicaba 1, en todo el reverso no figuraba ninguna fecha.
Finalmente buscando en la Hemeroteca de la Vanguardia conseguí encontrar las fechas en que el Piscis III se hundió en las costas de Irlanda y me permitió datar el articulo en 2 de Septiembre de 1973.
Dado que entonces el Periódico que mi padre solía leer era el Noticiero Universal , que la tipografía parece de el y que no he encontrado este articulo en la hemeroteca antes mencionada, podría afirmar que el articulo apareció el 2 de septiembre de 1973 en El Noticiero Universal.
Considerando que fue el tren de tracción animal más alto de Catalunya y probablemente de toda la península, lo incluimos en nuestro apartado de Líneas.

EL TREN DE LA MONTAÑA
De todos los ferrocarriles que he utilizado en mi vida, ninguno me ha producido tan notable impresión como el tren minia­tura que va camino del lago Estangento, desde el terminal del funicular. Es un recorrido dé seis kilómetros bordeando precipi­cios temibles y con varios túneles. La tracción erá hasta hace pocos años de mulas, y estos. sabios animales dominaban de tal forma el itinerario, que no sólo caminaban al, ritmo justo que exigía el pequeño convoy, sino que paraban en seco su" pisada cuando notaban 'que algún' vagón se' salía de la vía. Los raíles son pequeños y poco elevados para evitar el riesgo del descarrilamiento.
La locomotora es hoy una pequeña diésel, can su puesto de mando y manivela, montados sobre ,la tapadera del motor. El vagón cerrado es como de juguete, con sus varias banqueta de madera y capacidad tan reducida como para que en él se sienten todos los liberales que quedan en España. Otros vagones descubiertos, completan el convoy. El triquitraque del tren, hociquea las diversas unidades en una dubita­ción alarmante sobre el abismo a pesar de marchar a quince kilómetros por hora. Pero a poco de empezar el viaje el pano­rama de las. montañas es tan bravío, lar sucesión de los paisajes tan extraordinaria, el trasfondo de la sierra pirenaica, tan emoti­vo, que el riesgo, el vértigo y el temor dan paso a un talante de admiración y de Inmersión en el ambiente de altura que empapa nuestra atención de modo preferente y ya no somos sino un grupo de excursionistas que nada quiere perder de lo que ante sus ojos se desarrolla.
He aquí a la naturaleza en toda su plenitud y esplendor. Se habla hoy mucho de la defensa de la naturaleza, de su protección y de su salvamento. Un escritor francés, Philippe Lamour, escribía sobre este tema que la naturaleza no ha vivido sola, sino acompañando al hombre. Y que es, precisamente, el entorno del hombre y el medio que le rodea, le alimenta y le sirve de apoyo y sustento. Por eso ocurre un doble fenómeno en los actuales momentos. De una parte, la contaminación de diverso origen, destruye o pone en grave peligro a la naturaleza. Pero de otra parte, el abandono de la naturaleza por el hombre, el absentismo masivo, la despoblación de lugares, masías o peque­ños núcleos urbanos crea una serie de circunstancias que, en de­finitiva, ponen también en riesgo a la naturaleza habitada, que, durante siglos, tuvo al hombre, al labrador que en ella vivía. como principal elemento regulador de su equilibrio: El hombre cazaba, roturaba, cultivaba, creaba riqueza ganadera y forestal, abría caminos de acceso y protección. El abandono del campo pone en peligro todo eso y devuelve las laderas y los valles al primitivismo selvático.
Desde el ferrocarril se veían en las hon­donadas los vericuetos pedregosos por los que baja el río Fla­misell, alimentado por el complejo sistema de lagos intercomuni­cados que forman el conjunto energético.

Es final de julio y el día es radiante y de transparente diafanidad. Pero a dos mil metros de altura corre un aire sutil y delgado que trae con su oxígeno, algo enrarecido, el frío de los neveros de los Montes Malditos que cierran con su enorme mole el paisaje norteño.
Vamos ceñidos al Montseny, tan ajustados a su declive que no alcanzamos a divisar su cima que apenas dista seiscientos me­tros del nivel que trasponemos. En este mismo tren, llevado por tracción animal, vino a finales de los años veinte don Alfon­so XIII a visitar las instalaciones del Estangento. Tenía -me di­cen- la doble curiosidad del perpetuo viajero itinerante que trataba de conocer rincones inéditos de su país y la necesidad de informarse sobre el terreno, de las iniciativas técnicas o eco­nómicas que significaban elementos decisivos en la modificación de las infraestructuras nacionales. El complejo del Estangento fue en sus tiempos -principios de siglo- una obra maestra de la ingeniería hidráulica. La construcción de las enormes instalaciones duró cuatro o cinco años, y en ella intervinieron miles de obreros que tenían instalados barracones de montaña. Fue un verdadero ejército del trabajo, que acampaba a dos mil doscientos metros de altura, entre nieve y hielos una buena parte del año, con problemas ingentes de alimentación, higiene y sanidad.
Almorzamos truchas del lago, recién pescadas, con una sabia y dosificada salsa de cerveza que espuma y envuelve el tierno y sabroso cuerpo del habitante de las aguas limpias de la montaña. ¿Cuál es la esencial diferencia entre el pez de río y el pes­cado de mar? Comer un túnido fresco, el bonito del Cantábrico, por ejemplo, es probar un fuerte alimento rico en grasas y en proteínas, que lleva en su 'apretada carne, hecha de rodajas su­perpuestas, como las capas concéntricas del tronco de un árbol, un intenso sabor marítimo de agua batida, de las olas de profun­didad. No sólo se percibe en él la sal, sino el gusto de otros pescados menores, como la anchoa que han servido para alimentarle, de igual suerte que se percibe en ciertos jamones serra­nos el aroma de las bellotas que sirvieron al engorde porquerizo.
Pues bien, la trucha nos da una sensación enteramente distinta (de animal alimentado de cosas finas, exquisitas, que vive entre cascadas y pozas, claras, transparentes, y que nos ofrece su cuerpo para darnos un sustento vital de limpia ejecutoria. Se concibe que la trucha sirviese de reserva. alimenticia. importante y hasta decisiva, en los monasterios cistercienses y trapenses para ayudar a la ascesis espiritual. Pienso, en cambio, que es difícil concebir a un ermitaño comiendo atún, que aunque pescado, casi se podría clasificar como carne, en una interpretación inmovilista y «ultra» de los principios fundamentales de la abstinencia.
!Maravillosa y variada Cataluña! Yo desconocía esta región lacustre y montañera, frondosa y, más arriba, desnuda, del Pirineo leridano, cuyas aguas descendentes abren otros tantos cauces fluviales que dan nombre a los valles perpendiculares a la cordillera, el Noguera de Tor, el Flamisell, el Pallaresa, el Segre. Paisajes estrechos, arbolados, eternamente arrullados por las torrenteras, que bajan entre cantos rodados gigantescos, hacia el mar del habla romana. Desde aquí arriba se contempla el macizo inmenso, donde las nieves se hacen estanque y rió y saltan hacia diversos rumbos para despeñarse hacia las tuberías forzadas. Mis acompañantes catalanes, hablan de gastronomía indígena, en términos de alto tecnicismo, para mí, inalcanzable. Otro rato lo dedicamos a la toponimia y a su interpretación, lo cual lleva el discurso hacia la filología y sus Innumerables ver­tientes. La lengua catalana es una hermosa y viviente realidad como lengua de cultura y vehículo de universal relación. Oyéndola resonar en estos picachos parecen adecuarse sus acentos específicos al contexto del paisaje con el estilo arquitectónico románico, milenario, asomando al fondo, en los campaniles de los pueblecitos del valle. Del latín imperial que trajeron soldados y cónsules, abogados y Jueces, funcionarios y comerciantes hace dos mil años a la península se formó también, como en estas montañas, un inmenso depósito de vocablos del habla de Roma; dividido en lagos diversos que luego se vertieron en los distintos idiomas de la península, el portugués, el gallego, el español, el catalán, cara a diversos horizontes y mares. De la nieve latina derretida se hicieron ríos vernáculos, caudalosos y enérgicos que tomaban el sabor de cada cultura. Hay un conocido y picante pasaje de la obra de Proust en que determinado personaje que presumía de buenas letras, critica los giros y modismos del lenguaje francés de una sirvienta campesina que mezclaba anacronismos, de buena ley, con anomalías gramaticales de la provincia, rural. "Lástima que estropeen de esa manera nuestra lengua", decía. Y el narrador comenta: "Pero todo lenguaje de cultura ¿no es en realidad el resultado de una o varias lenguas anteriores. estropeadas por el uso, a través de los siglos?". Junto a la digresión literaria, surge en nuestra sobremesa, el tema histórico, evocado por la extensa visión del territorio que se abarca desde allí arriba. Los condados primitivos, yuxtapuestos, que hacían frente, apoyando sus espaldas en la gigantesca cadena pirenaica, a la avalancha musulmana, se adivinan aquí, con sus límites fron­terizos que marcaban cuencas de ríos o divisorias de sierras que aún hoy se comprenden perfectamente, a la escala de la limitada y pobre estrategia de los, siglos iniciales de la reconquista. Nos habla un comensal de documentos del siglo IX qué hacen refe­rencia a un episodio preciso. Siempre que vengo a Cataluña me impresionan, entre otras cosas, el arraigado sentido historicista que tienen sus hombres en general, muy superior a la media, de otras regiones peninsulares.. El catalán conoce el pasado de su, tierra, hondamente. apasionadamente. Esta es una tierra que hace del ayer. fuente, no sólo de costumbre. con Jurisdicción legal vigente, sino motivo y estímulo de tradición viva que sirve de base a la coexistencia contemporánea. Pues sin ese cimiento, ¿cómo se puede lograr una mínima. solidaridad colectiva?
El tren de juguete se ha vuelto a poner en marcha en su jornada de regreso. Es Dlsneylandia en los Pirineos. Volvemos al funicular vertiginoso, no por la velocidad, prudentísima, sino por la pendiente. próxima a la verticalidad. Mientras el mundo mágico de la alta montaña se esfuma y desaparece en contados minutos, nos sumergimos de nuevo en el valle para perdernos en la barahúnda de la horizontalidad.
José María DE AREILZA ­

Aunque se despertó en mi un gran interés por el tren de Estanygento no sería hasta el verano de 1992 en que con mi esposa subimos al lago, con el actual funicular aéreo, pudimos ver el tramo final de la línea y otro tramo que llegaba hasta el estany Tort.
En este viaje ferradures ya nos acompañaba comodamente instalado en el seno de su madre, tardaría algunos meses en ver la luz, pero para nosotros ya tenía su entidad.













Actualización : Enero 2013.
Hace algún tiempo, me llego la copia de una postal de la primera década del siglo XX, en la que podía apreciarse un convoy del tren de Estany Gento formado por varias vagonetas remolcadas de modo independiente por varias mulas.
Tal como nos comprometimos en su día con Gabriel, añadimos este interesante documento a esta entrada.