La polémica iniciada hace algún tiempo entre los taxis y las mal llamadas
plataformas colaborativas, nos recordó que aún no habíamos dedicado ningún
espacio a un popular medio de transporte; el coche de plaza, coche de punto,
coche de alquiler o simón.
Ciudad y transporte.
Hemos comentado ya, que la necesidad
de transporte de las personas en las ciudades ha ido creciendo de una forma
paralela al crecimiento de las mismas.
Cuando las ciudades eran recintos
amurallados el desplazamiento de las personas se reducía a caminatas de pocos
minutos, solo los muy pudientes podían desplazarse en carruajes, y lo hacían
para ir a otras poblaciones.
En el siglo XIX se inició un aumento
de la movilidad de las personas. La población de Barcelona, aún amurallada,
necesitaba comunicarse con Gracia, Sarrià, Sants, St.Martí y St.Andreu. Fue
entonces cuando fueron apareciendo tartanas y carruajes que cubrían aquella
necesidad.
Con el derribo de las murallas y la
creación del ensanche, la ciudad amplía sus distancias y es entonces cuando se
ve necesitada de un transporte interno.
Otro factor que contribuyó a la aparición
de un transporte público fue la
aparición del ferrocarril.
La aparición de las estaciones del
nuevo medio de transporte, en un principio a extramuros de la ciudad, generó un trasiego de sus pasajeros y equipajes desde la estación a los
domicilios o fondas de la ciudad.
En Barcelona el primer ómnibus data
de 1848 y unía la estación del Ferrocarril a Mataró con la Rambla. Junto a los ómnibus surgieron los carruajes de alquiler para uso de particulares, eran los coches
de plaza y los ómnibus de familia.
Si en los primeros tiempos los
carruajes unían la ciudad con otras poblaciones, ahora ya tenían un uso urbano
interno justificado por las mayores distancias a recorrer.
Coche de alquiler, de plaza, de punto.
Las grandes urbes como París y Londres fueron las ciudades donde el
transporte público tuvo una incidencia más temprana. En París "La carroce
de cinc sols", de 1662, introdujo una mayor comodidad y libertad de
los ciudadanos, permitiendo a las
personas que no podían costearse un carruaje propio, poder desplazarse mediante
el pago de solo el coste del trayecto.
El transporte público en España
aparece en Madrid a fines del siglo XVI, por fuerza humana o por medio de
animales empleando sillas de mano o literas, el alquiler era pactado entre particulares la
estrechez de las calles, aún no permitía el uso de carruajes.
A fines de XVII aparecen los
coches de pechera para alquilar al público estos vehículos, pronto recibirían
el nombre popular de simones.
Los primeros carruajes públicos eran
mayoritariamente coches particulares comprados de segunda mano, luego conforme
el transporte creciera, se desarrollarían talleres de carruajes y los coches de
plaza ya tendrían unas características propias.
Los simones o coches cerrados,
mayoritariamente serían "coupes" mientras que los coches abiertos popularmente
conocidos como" Manuelas" serían “Milores o Victorias”
Al principio, el contrato debía de
hacerse en las cocherías, en Barcelona estaban entre otras la de “C’al Quim
de la Malaya” en la calle de la Plata; la de “C’al Nen Gurguí”, establecida en
la calle Ancha, y la “d’en Calvet” en la calle de la Unión.
Conforme los coches de plaza se
fueron consolidando, los ayuntamientos fueron regulando estos servicios, así el 5
de agosto de 1852, Barcelona publicó su primer reglamento referente a los
carruajes de alquiler, a su estacionamiento en los de punto de parada, precios
y a los aires a que debían ser conducidos los caballos.
Se establecerían puntos de
estacionamiento en plazas y avenidas urbanas, de ahí vendría el nombre de
coches de plaza o de punto, refiriéndose a las zonas donde se establecían, pudiendo
alquilarse los coches por carrera o por tiempo.
Puntos de Parada.
Extraemos de la reglamentación
barcelonesa de 1911:
Cuando
los carruajes situados en punto de parada o espera formen fila, el conductor
del que esté a la cabeza permanecerá constantemente en el pescante. Los de los
demás podrán permanecer en punto próximo a sus respectivos carruajes, … para el
lavado, limpieza y aseo de carruajes y caballerías podrán sus dueños aprovechar
el arroyo de la vía pública, mas no las aceras, ….. esta asimismo prohibido
tener en la calle desuncidos o abandonados los carruajes y caballos, dejar los
objetos ·o arreos a elles pertenecientes en la vía pública, …
La
colocación y desfile de los carruajes de todas clases en los puntos de espera,
tales como la salida de los teatros, bailes, espectáculos públicos, se hará por
riguroso turno y orden correlativa de
llegada, …
Los
carruajes, cualquiera que sea su clase, deberán marchar al trote corto en todas
las calles en que la intensidad del tránsito o la poca anchura de las mismas lo
aconseje. Deberán ir al paso, lo mismo en tiempo seco que de lluvia, en las
calles estrechas donde no puedan pasar de frente dos carruajes, en los cruces y
al doblar las esquinas.
En
ningún caso podrán pasar de frente dos carruajes por una misma calle de las
comprendidas en la parte de la ciudad conocida por
casco antiguo, salvo en las vías de la Reforma.
En Barcelona, puntos de parada
fueron: La plaza de Palacio, la plaza del Teatro en la Rambla, la plaza de San
Jaime, la estación de Granollers, la estación del Norte y en la plaza de
Cataluña la estación de Sarrià.
Los coches de plaza.
En
el Reglamento de Tracción Urbana, de 3 de Agosto de 1911, hemos
podido encontrar algunos trazos que nos permite describir este medio de
transporte urbano:
Todos
los carruajes de asiento puestos al servicio del público tendrán cristales,
cortinas o persianas en sus ventanillas, no permitiéndose, en cuanto a los de
plaza, que vayan tiradas las cortinillas o persianas de la testera del coche
colocada a espaldas del conductor, sin previo conocimiento de éste; circunstancia que se consignara en el boletín
que se entregue al pasajero.
Deberán
estar provistos de un timbre, campanilla o silbato colocado junto al pescante y
puesto en comunicación con el interior por medio de cordón o resorte, con
objeto de que el pasajero pueda avisar al conductor cuando desee darle
instrucciones o hacer parar el carruaje.
Durante
la noche han de llevar los faroles concedidos.
Los
coches de plaza podrán, en la parada, tener encendido un solo farol.
Los
de ruedas estrechas, o sea aquellos cuyas llantas no excedan de o'o4 metros,
sólo podrán llevar 50 kilogramos de peso además de las personas.
Para
la anchura de las llantas de las ruedas se tendrá de norma la siguiente escala:
1º Coches ligeros o carretones de mano, 0'03 metros.
2º
Coches de asiento en general 0'04metros.
3º
Carruajes de industria, conductoras de Muebles, Centrales de ferrocarriles,
jardineras, carros de cuatro ruedas o camiones y otros análogos, o'o6 metros.
Dichas llantas serán de forma plana, no podrán
tener clavos de resalto, y se colocaran perpendicularmente al eje a fin de que
pisen con toda su superficie el pavimento.
Los cocheros.
Los conductores de coches deberán
contar la edad de 18 años cumplidos y ser de visible robustez; …
Los conductores de coches de plaza y
de servicio de estaciones y muelles, vestirán el uniforme aprobado por la
Alcaldía, con gorra de paño que tendrá el casco y la visera de charol, con prohibición absoluta de llevar
blusa y calzar alpargatas.
Tendrán obligación, en sus relaciones
con el público, de manifestarse bien educados, sin dar lugar, con su proceder,
a quejas de aquél, ni de los pasajeros que conduzcan.
La tendrán también de reconocer el
carruaje en el momento de su desocupo…
Los
látigos que usen los cocheros serán de dimensiones tales, que, puestos en juego
para hostigar a las caballerías, no pasen de la cabeza de la que se halle en
primer término; y en ningún caso serán blandidos de suerte que puedan alcanzar
a los transeúntes o a los pasajeros.
El tiro
El máximum de caballerías para el
arrastre de los carruajes de asiento se fija en tres para los de dos ruedas, y
en cuatro para los de cuatro, colocadas a lo sumo en dos hileras.
Cuando las caballerías excedan de
cuatro, lo cual se permitirá únicamente a los ómnibus o diligencias que se
dirijan a otras poblaciones y a los coches fúnebres, y a los demás carruajes
sólo en los días de carreras u otro espectáculo semejante, la delantera,
respecto de los primeros, deberá ir guiada por postillón o zagal montado en la
que forme cabeza de reata; y, en cuanto a los
segundos, habrá de ser guiada por conductor a pié.
El ganado deberá llevar siempre
bocado, y completas y en buen estado sus guarniciones.
Está prohibida, en general, la doma
de caballerías en la vía pública. Únicamente será permitida de sol a sol en las
calles del Marqués del Duero, desde la de Tamarit a la Plaza de España, Granvía
Diagonal a la derecha del Paseo de Gracia, Cortes Catalanas, desde la Plaza de
España a la Riera de Magoria y desde la Plaza de Tetuán a la Carretera de
Ribas, y en el Parque en las mañanas de los días laborables.
A principio del siglo XX aparece el automóvil;
a su primera y balbuceante aparición, siguió un constante progreso de forma
exponencial, en 1898, ya describía la prensa la aparición de "Simones automóviles" en París, y poco después en 1908 en Barcelona se crea la
primera sociedad de taxis automóvil.
Durante algunos años seguiría un
tiempo de coexistencia, hasta los años treinta en que los coches de plaza hipomóviles
serían prácticamente residuales.
La guerra civil, y las postguerras con sus déficits de
combustibles y materias primas causaron
un revival de la tracción animal en el transporte, se mantuvieron algunos
coches de plaza, e incluso volvió a circular alguna diligencia.
Sin embargo al desaparecer las restricciones
con los planes de estabilización de los años cincuenta propiciarían la
desaparición definitiva de este medio de transporte.
Animal,
persona, máquina.
Cuando era niño, los tranvías y
autobuses, eran gobernados por el conductor y el cobrador; en la entrada del
metro eras recibido por las simpáticas taquilleras que expedían el billete o
controlaban los pases y billetes de ida y vuelta. En la estación un jefe de
circulación gobernaba la misma y ejercía control auxiliar sobre el tramo entre
estaciones. Una vez en los trenes un operador controlaba la apertura y cierre
de puertas, mientras el motorista hacia circular el convoy acelerando y frenando según el paso de las
estaciones.
Incluso en algunos ascensores como los del metro, los grandes almacenes y hoteles, existía la figura del ascensorista; de estos, recuerdo el del ascensor
del palacio de la Virreina que accedía a la colección Cambó y que entre otras particularidades
era gobernado con un reóstato en lugar de los habituales botones.
Todo esto ha ido cambiando de una
forma vertiginosa, poco a poco fueron desapareciendo cobradores y luego
taquilleras, desaparecieron los controladores de las puertas de los coches del metro y hasta en las últimas líneas los conductores.
La polémica entre taxis y plataformas
no solo es una guerra entre sistemas de gestión, alguna de estas plataformas ya
están ensayando los vehículos sin conductor para esta actividad, es posible que
de aquí a 15 ó 20 años haya desaparecido la figura del taxista o del chófer
como en su día desaparecieron los caballos del coche de plaza sustituidos por
motores de explosión.
Realmente, ¿hace falta esta continua
sustitución de personas por máquinas?, y si es así, ¿dispondremos de
ocupaciones para las personas desplazadas?