miércoles, 27 de marzo de 2019

Coches de Plaza


  

La polémica iniciada hace algún tiempo entre los taxis y las mal llamadas plataformas colaborativas, nos recordó que aún no habíamos dedicado ningún espacio a un popular medio de transporte; el coche de plaza, coche de punto, coche de alquiler  o simón.


Ciudad y transporte.
 Hemos comentado ya, que la necesidad de transporte de las personas en las ciudades ha ido creciendo de una forma paralela al crecimiento de las mismas.
Cuando las ciudades eran recintos amurallados el desplazamiento de las personas se reducía a caminatas de pocos minutos, solo los muy pudientes podían desplazarse en carruajes, y lo hacían para ir a otras poblaciones.

En el siglo XIX se inició un aumento de la movilidad de las personas. La población de Barcelona, aún amurallada, necesitaba comunicarse con Gracia, Sarrià, Sants, St.Martí y St.Andreu. Fue entonces cuando fueron apareciendo tartanas y carruajes que cubrían aquella necesidad.
Con el derribo de las murallas y la creación del ensanche, la ciudad amplía sus distancias y es entonces cuando se ve necesitada de un transporte interno.
Otro factor que contribuyó a la aparición de  un transporte público fue la aparición del ferrocarril.
La aparición de las estaciones del nuevo medio de transporte, en un principio a extramuros de la ciudad, generó un trasiego de sus pasajeros y equipajes desde la estación a los domicilios o fondas de la ciudad.
En Barcelona el primer ómnibus data de 1848 y unía la estación del Ferrocarril a Mataró con la Rambla. Junto a los ómnibus surgieron los carruajes de alquiler para uso de particulares, eran los coches de plaza y los ómnibus de familia.
Si en los primeros tiempos los carruajes unían la ciudad con otras poblaciones, ahora ya tenían un uso urbano interno justificado por las mayores distancias a recorrer.



Coche de alquiler, de plaza, de punto.
Las grandes urbes como París y  Londres fueron las ciudades donde el transporte público tuvo una incidencia más temprana. En París "La carroce de cinc sols", de 1662, introdujo una mayor comodidad y libertad de los  ciudadanos, permitiendo a las personas que no podían costearse un carruaje propio, poder desplazarse mediante el pago de solo el coste del trayecto. 

El transporte público en España aparece en Madrid a fines del siglo XVI, por fuerza humana o por medio de animales empleando sillas de mano o literas,  el alquiler era pactado entre particulares la estrechez de las calles, aún no permitía el uso de carruajes.
A fines de XVII aparecen los coches de pechera para alquilar al público estos vehículos, pronto recibirían el nombre popular de simones.
Los primeros carruajes públicos eran mayoritariamente coches particulares comprados de segunda mano, luego conforme el transporte creciera, se desarrollarían talleres de carruajes y los coches de plaza ya tendrían unas características propias.

Los simones o coches cerrados, mayoritariamente serían "coupes" mientras que los coches abiertos popularmente conocidos como" Manuelas" serían “Milores o Victorias”
Al principio, el contrato debía de hacerse en las cocherías, en Barcelona estaban entre otras la de “C’al Quim de la Malaya” en la calle de la Plata; la de “C’al Nen Gurguí”, establecida en la calle Ancha, y la “d’en Calvet” en la calle de la Unión.  
Conforme los coches de plaza se fueron consolidando, los ayuntamientos fueron regulando estos servicios, así el 5 de agosto de 1852,  Barcelona publicó su primer reglamento referente a los carruajes de alquiler, a su estacionamiento en los de punto de parada, precios y a los aires a que debían ser conducidos los caballos.
Se establecerían puntos de estacionamiento en plazas y avenidas urbanas, de ahí vendría el nombre de coches de plaza o de punto, refiriéndose a las zonas donde se establecían, pudiendo alquilarse los coches por carrera o por tiempo.
Puntos de Parada.
Extraemos de la reglamentación barcelonesa de  1911:
Cuando los carruajes situados en punto de parada o espera formen fila, el conductor del que esté a la cabeza permanecerá constantemente en el pescante. Los de los demás podrán permanecer en punto próximo a sus respectivos carruajes, … para el lavado, limpieza y aseo de carruajes y caballerías podrán sus dueños aprovechar el arroyo de la vía pública, mas no las aceras, ….. esta asimismo prohibido tener en la calle desuncidos o abandonados los carruajes y caballos, dejar los objetos ·o arreos a elles pertenecientes en la vía pública, …

  La colocación y desfile de los carruajes de todas clases en los puntos de espera, tales como la salida de los teatros, bailes, espectáculos públicos, se hará por riguroso turno y orden correlativa de  llegada, …
  Los carruajes, cualquiera que sea su clase, deberán marchar al trote corto en todas las calles en que la intensidad del tránsito o la poca anchura de las mismas lo aconseje. Deberán ir al paso, lo mismo en tiempo seco que de lluvia, en las calles estrechas donde no puedan pasar de frente dos carruajes, en los cruces y al doblar las esquinas.
En ningún caso podrán pasar de frente dos carruajes por una misma calle de las comprendidas en la parte de la ciudad conocida por casco antiguo, salvo en las vías de la Reforma.
En Barcelona, puntos de parada fueron: La plaza de Palacio,  la plaza del Teatro en la Rambla, la plaza de San Jaime, la estación de Granollers, la estación del Norte y en la plaza de Cataluña la estación de Sarrià.

Los coches de plaza.
En el Reglamento de Tracción Urbana, de 3 de Agosto de 1911, hemos podido  encontrar algunos trazos  que nos permite describir este medio de transporte urbano:
Todos los carruajes de asiento puestos al servicio del público tendrán cristales, cortinas o persianas en sus ventanillas, no permitiéndose, en cuanto a los de plaza, que vayan tiradas las cortinillas o persianas de la testera del coche colocada a espaldas del conductor, sin previo conocimiento de éste; circunstancia que se consignara en el boletín que se entregue al pasajero.
Deberán estar provistos de un timbre, campanilla o silbato colocado junto al pescante y puesto en comunicación con el interior por medio de cordón o resorte, con objeto de que el pasajero pueda avisar al conductor cuando desee darle instrucciones o hacer parar el carruaje.
Durante la noche han de llevar los faroles concedidos.

Los coches de plaza podrán, en la parada, tener encendido un solo farol.
Los de ruedas estrechas, o sea aquellos cuyas llantas no excedan de o'o4 metros, sólo podrán llevar 50 kilogramos de peso además de las personas.
Para la anchura de las llantas de las ruedas se tendrá de norma la siguiente escala: 
1º Coches ligeros o carretones de mano, 0'03 metros.
2º Coches de asiento en general 0'04metros.
3º Carruajes de industria, conductoras de Muebles, Centrales de ferrocarriles, jardineras, carros de cuatro ruedas o camiones y otros análogos, o'o6 metros.
Dichas llantas serán de forma plana, no podrán tener clavos de resalto, y se colocaran perpendicularmente al eje a fin de que pisen con toda su superficie el pavimento.

Los cocheros.  
Los conductores de coches deberán contar la edad de 18 años cumplidos y ser de visible robustez; …
Los conductores de coches de plaza y de servicio de estaciones y muelles, vestirán el uniforme aprobado por la Alcaldía, con gorra de paño que tendrá el casco y la visera de  charol, con prohibición absoluta de llevar blusa y calzar alpargatas.
Tendrán obligación, en sus relaciones con el público, de manifestarse bien educados, sin dar lugar, con su proceder, a quejas de aquél, ni de los pasajeros que conduzcan.
La tendrán también de reconocer el carruaje en el momento de su desocupo…
  
Los látigos que usen los cocheros serán de dimensiones tales, que, puestos en juego para hostigar a las caballerías, no pasen de la cabeza de la que se halle en primer término; y en ningún caso serán blandidos de suerte que puedan alcanzar a los transeúntes o a los pasajeros.

El tiro
El máximum de caballerías para el arrastre de los carruajes de asiento se fija en tres para los de dos ruedas, y en cuatro para los de cuatro, colocadas a lo sumo en dos hileras.
Cuando las caballerías excedan de cuatro, lo cual se permitirá únicamente a los ómnibus o diligencias que se dirijan a otras poblaciones y a los coches fúnebres, y a los demás carruajes sólo en los días de carreras u otro espectáculo semejante, la delantera, respecto de los primeros, deberá ir guiada por postillón o zagal montado en la que forme cabeza de reata; y, en cuanto a los segundos, habrá de ser guiada por conductor a pié.
El ganado deberá llevar siempre bocado, y completas y en buen estado sus guarniciones.
Está prohibida, en general, la doma de caballerías en la vía pública. Únicamente será permitida de sol a sol en las calles del Marqués del Duero, desde la de Tamarit a la Plaza de España, Granvía Diagonal a la derecha del Paseo de Gracia, Cortes Catalanas, desde la Plaza de España a la Riera de Magoria y desde la Plaza de Tetuán a la Carretera de Ribas, y en el Parque en las mañanas de los días laborables.


A principio del siglo XX aparece el automóvil; a su primera y balbuceante aparición, siguió un constante progreso de forma exponencial, en 1898, ya describía la prensa la aparición de  "Simones automóviles" en París,  y poco después en 1908 en Barcelona se crea la primera sociedad de taxis automóvil.
Durante algunos años seguiría un tiempo de coexistencia, hasta los años treinta en que los coches de plaza hipomóviles serían prácticamente residuales.
La guerra civil, y  las postguerras con sus déficits de combustibles y materias primas  causaron un revival de la tracción animal en el transporte, se mantuvieron algunos coches de plaza, e incluso volvió a circular alguna diligencia.
Sin embargo al desaparecer las restricciones con los planes de estabilización de los años cincuenta  propiciarían la desaparición definitiva de este medio de transporte.


Animal, persona, máquina.
 Cuando era niño, los tranvías y autobuses, eran gobernados por el conductor y el cobrador; en la entrada del metro eras recibido por las simpáticas taquilleras que expedían el billete o controlaban los pases y billetes de ida y vuelta. En la estación un jefe de circulación gobernaba la misma y ejercía control auxiliar sobre el tramo entre estaciones. Una vez en los trenes un operador controlaba la apertura y cierre de puertas, mientras el motorista hacia circular el convoy  acelerando y frenando según el paso de las estaciones.
Incluso en algunos ascensores  como los del metro, los grandes almacenes y hoteles, existía la figura del ascensorista; de estos, recuerdo el del ascensor del palacio de la Virreina que accedía a la colección Cambó y que entre otras particularidades era gobernado con un reóstato en lugar de los habituales botones.
Todo esto ha ido cambiando de una forma vertiginosa, poco a poco fueron desapareciendo cobradores y luego taquilleras, desaparecieron los controladores de las puertas de los coches del metro y hasta en las últimas líneas los conductores.
La polémica entre taxis y plataformas no solo es una guerra entre sistemas de gestión, alguna de estas plataformas ya están ensayando los vehículos sin conductor para esta actividad, es posible que de aquí a 15 ó 20 años haya desaparecido la figura del taxista o del chófer como en su día desaparecieron los caballos del coche de plaza sustituidos por motores de explosión.
Realmente, ¿hace falta esta continua sustitución de personas por máquinas?, y si es así, ¿dispondremos de ocupaciones para las personas desplazadas?