jueves, 24 de agosto de 2023

La Ceretana, Sociedad de Diligencias.

 


 

 

 

Hace unos días, nuestro amigo Miquel nos envió la fotografía de la llegada de unos carruajes al hostal de la Molina a principios del siglo XX.

El documento procedente de "Cerdanya records S.XX", indicaba que se trataba de la llegada de la diligencia de  «La Ceretana» al hostal de la Molina tras atravesar la collada de Tosas.

Al intentar ampliar la información a nuestro amigo, nos dimos cuenta de que no disponíamos de ella, por lo tanto, era un buen motivo para documentarnos sobre las diligencias de  «La Ceretana» .

Plano del partido judicial de Puigcerdà, que incluía el trazado de Ripoll a la capital

La Cerdanya y sus comunicaciones en el siglo XIX.

La Cerdanya es parte de una gran comarca catalana que fue dividida entre España y Francia tras el tratado de los Pirineos. Por ello, sus comunicaciones naturales están en la vertiente francesa, en la Catalunya francesa o departamento de los Pirineos orientales.  Otra vía de comunicación era el camino a la Seu de Urgell siguiendo la cuenca del Segre.  Finalmente, quedaban las rutas pirenaicas que, atravesando la collada, llegaban a Ribas de Freser y Ripoll. Esta última, hasta mediados del XIX, era una vía de herradura solo apta para transporte al baste, es decir, mediante alforjas a lomos de mulas, asnos y caballos.

Fragmento del mapa del corregimiento de la Cerdaña, sXVIII

Con la división provincial española de 1833, la Cerdanya, pasó a depender administrativamente de Girona, sin embargo, las comunicaciones entre la Cerdanya y la capital de provincia, podríamos decir que eran sumamente precarias. Paralelamente, el mismo año se crea la Dirección de Caminos; que con la ley de Carreteras de 1851 clasifica estas en: generales, transversales, provinciales y locales, más tarde según la ley de 1857 pasan a ser de primer, segundo, tercer y cuarto orden; siendo la carretera de Barcelona a Ribas por Granollers (Barcelona) y Vic de segundo orden y la de Ribas a Puigcerdà con ramales a Llívia y a Bourg-Madame, de tercer orden.

La carretera llegaría a Ribas en 1875, y a la collada de Tosas en 1880, donde por motivos de defensa, quedaría paralizada hasta 1901, año en que se reanudaría la construcción.

Un interesante artículo publicado en EL DILUVIO el 12 de junio de 1882, es decir, 3 días antes de la entrada en servicio de  «La Ceretana», nos muestra como era el transporte antes de la llegada de este medio:

UN VIAJE A LA CERDAÑA.

... Aun en estos últimos tiempos, un viaje a la Cerdaña desde Barcelona por territorio español, exigía grandes sacrificios y un valor a toda prueba. Este viaje se hacía en ferrocarril basta Granollers, de Granollers a Vic recorrían los viajeros el trayecto hacinados en una desvencijada diligencia y de Vic a Ripoll, donde se pernoctaba, en una mala tartana. A la mañana siguiente el Viajero se encaramaba sobre el lomo de un mulo y en esta cómoda posición recorría las diez leguas que median de Ripoll a Puigcerdà por veredas casi intransitables, suspendido sobre precipicios, abrasado por los rayos del sol en las hondonadas y calado hasta el tuétano por los frecuentes chaparrones propios de la cordillera pirenaica, y llegaba por la noche, si todo había ido bien, a la última de aquellas poblaciones fatigado, molido y descoyuntado, es decir, verdaderamente enfermo.

Este artículo, que hoy denominaríamos publirreportaje, nos muestra las excelencias de la Cerdaña como lugar de estiaje y las bondades de los nuevos medios de locomoción en contraste con los del pasado.


La carretera de Ribas a Puigcerdà y el camino de La Molina a la collada de Tosas.

Un grupo de inversores liderado por Félix Macía Bonaplata creó una sociedad para la construcción de un camino particular, que permitiría la continuidad de la carretera de Ribas a la collada de Tosas.

Posiblemente, hoy sería un caso flagrante de tráfico de influencias y uso de información privilegiada. La sociedad creada por un grupo de inversores ceretanos y barceloneses, liderados por Félix Macía, adquirió varias fincas de montaña en la collada de Tosas, y por ellas trazaron un camino carretero.

De esta forma, con solo un tramo de cinco kilómetros entre la Molina y la collada, podían aprovechar en su beneficio el tramo construido por el Estado desde Ribas de Freser hasta la collada de Tosas, estableciendo un punto de peaje que grabaría el tramo de su propiedad, además al estar en un terreno propio, la sociedad, podía establecer sus propias tarifas, sin tener que acogerse a las estatales, más económicas.

Una serie de cartas al director publicadas en La Publicidad con el epígrafe: TRAVESURAS DE UN DIPUTADO ECONÓMICO. Nos ilustran al respecto:

La Publicidad, Barcelona, 21 de julio de 1882

Felíx Macía
... Yo no sé, si los lectores de LA PUBLICIDAD y el público en general, sabrán que hace años que esta pobre comarca ceretana se halla desamparada de todos los gobiernos, sin duda para que tengamos ocasión de observar desde estas fronteras cómo se administra en Francia y cómo se administra en España. Con grandes dolores y no pocos esfuerzos, consiguióse la carretera hasta Ribas y después, mal que bien, hasta el Collado de Tosas. Por fin lució el día de la felicidad, porque tenemos un diputado a Cortes que se prestó a hacernos dichosos, y con ayuda de algunas personas de buena fe, se ideó el camino-carretero que desde la collada de Tosas llega a la Molina, cosa que siempre es de agradecer, y lo sería aún más, si no se hubiera visto que el susodicho diputado protector del país, hacía como los administradores de ciertos santos: dos para él y para el santo uno.

La carretera figuró, pues en el programa electoral del diputado económico, un poco saltarín en materias políticas, don Félix Maciá y Bonaplata, y no hubo más que hablar. El señor Maciá fue el protector nato de ese risueño cuanto desgraciado país. Entre los accionistas hay personas que realmente hicieron sacrificios por el interés de la comarca, pero parece que también hay en la sociedad algún cacique antiguo y desmontado, que trata de aprovecharse de la construcción de la carretera, mucho más de lo que permiten aquellas obras inspiradas por el patriotismo.

Como era natural, la carretera debía pagarse y era justo que volvieran al bolsillo de los accionistas las cantidades anticipadas. Se estableció para ello un portazgo, gracias a la influencia del diputado económico, y en él se han cobrado sumas no despreciables, en concepto de peaje.  (...)  El diputado en cuestión, dícese, cree sin duda que su carretera basta, y como esta le reditúa pingües ganancias, hasta el punto de haber devuelto ya una buena parte del capital y de disponerse a construir edificios, que prueban el buen estado del negocio, no le preocupa que todo el comercio y la industria de la Cerdaña, tenga que pagarle eternamente vasallaje; con lo que queda constituido dicho diputado económico, en señor feudal que cobra derecho de peaje a toda una comarca, utilizando, mediante la construcción de unos pocos kilómetros de camino la carretera general de Barcelona a. Puigcerdà.

¿No ven ustedes esta historia, similitud a alguna más reciente, es decir, las facilidades de alguna administración hacia un determinado túnel y las dificultades para que otro túnel en la misma collada pudiera llegar a su realización, que aún hoy ni está presupuestada?


LA CERETANA

Pero volvamos a nuestra historia de diligencias. 

Con la carretera ya disponible para el transporte desde el Ripollès a la Cerdaña, la compañía escrituró en 1882 una nueva sociedad: LA CERETANA.

En la Gaceta de Madrid de 23 de abril de 1882, se publicó la escritura constitutiva de la sociedad, en la que se afirmaba:  Que a fin de establecer una comunicación regular y cómoda entre la villa de Puigcerdà, sus pueblos comarcanos y la de Ripoll, en combinación o no con el ferro-carril que desde esta última villa conduce a la presente ciudad, con objeto de utilizar las ventajas del mismo, así como las de la carretera nuevamente construida hasta la Cerdaña, creen conveniente plantear un servicio de diligencias, y como medio más fácil e indicado de realizarlo la constitución de una Sociedad anónima; por lo cual de su espontánea voluntad declaran, convienen y pactan lo siguiente:

1.° Los otorgantes, con arreglo a las prescripciones del Código de Comercio y ley de 19 de octubre de 1869, forman y en virtud del presente instrumento constituyen una Sociedad anónima con domicilio en la villa de Puigcerdà, la cual se denominará  «La Ceretana» , Sociedad de diligencias.

La Compañía tendrá por objeto lo que se expresará en el art. 3º de los estatutos que luego se insertarán. (...)

ESTATUTOS : TÍTULO PRIMERO. 

Denominación, domicilio, objeto y duración de la Compañía.

Artículo 1.° Se constituye una Compañía anónima, con arreglo a las disposiciones del Código de Comercio y ley de 19 de octubre de 1869, que se denominará  «La Ceretana», Sociedad de diligencias.

Art. 2.° La Compañía tendrá su domicilio legal en la villa de Puigcerdá.

Art. 3.° El objeto de la Compañía será:

1º. El establecimiento de un servicio público de diligencias para el trasporte de viajeros, equipajes y encargos entre la villa de Puigcerdà y la de Ripoll y viceversa, con servicio al propio tiempo de carros u otros vehículos para el trasporte de equipajes y encargos entre los mismos puntos, si las necesidades del tráfico lo requirieren a juicio del Consejo de administración. 

La compañía también acarreaba mercancías a la Cerdaña.
 2º El establecimiento de servicios particulares o públicos de la clase de carruajes que se creyere más conveniente entre Cerdaña, Ripoll y pueblos del tránsito; y entre los diferentes puntos de toda la Cerdaña entre sí, siempre que el mismo Consejo creyere conveniente su planteamiento.

Art. 4.° La duración de la Compañía será por el término de 10 años, sin perjuicio de los ulteriores acuerdos que acerca de dicha duración pudieran tomarse con arreglo a los artículos 28 y 46. (...)

Habría que indicar, que el Señor Félix Macía era socio y uno de los impulsores del Ferrocarril de Granollers a las minas de San Juan de las Abadesas. Además, la sociedad se creó al poco de haber llegado dicho ferrocarril a Ripoll, con lo que se garantizaba una buena conexión a los viajeros con destino a Puigcerdà.

El F.C. de las minas de san Juan de las Abadesas a su paso por Ripoll.
 Volviendo a “UN VIAJE A LA CERDAÑA.”, veremos los elogiosos comentarios hacia el nuevo transporte:

... Hoy felizmente la cosa ha cambiado; hoy se hace aquel viaje con rapidez, economía y comodidad. ... el tren lleva el viajero a Ripoll y allí le reciben las diligencias de la compañía «La Ceretana» que en poco más de seis horas le transportan a Puigcerdà, a donde halla fondas y paradas de más o menos importancia, como son la de la Plaza, la de Aígua-beneita, la de Tixaire, la de la Pascuala, y tal vez alguna otra que no conocemos, todas ellas proporcionalmente bien servidas. (…) El viaje, como hemos indicado, es hoy cómodo, rápido y económico: Es cómodo porque la empresa «"la Ceretana"», no es una empresa de explotación de un negocio, sino una derivación de la misma sociedad propietaria del trozo de carretera Puigcerdà al puerto; que, no contenta con haber dotado al país de aquella importantísima mejora, ha querido proporcionar al viajero todas las posibles comodidades; así es que sus coches son holgados cómodos y perfectamente acondicionados, arrastrados por magníficos tiros de potencia sobrada, y estos dirigidos por conductores, atentos y amables; la administración está en manos de personas aptas, probas y cuidadosas y bajo la atenta inspección de dos o tres de los más inteligentes y celosos miembros de aquella sociedad, los cuales no reparan en sacrificios ni rehuyen molestias para estar a todas horas a la altura de todo cuanto ocurra así en la administración como en los viajes. El viaje es rápido, porque el viajero que sale a las 5 de la mañana de Barcelona llega a Puigcerdà a las 6 de la tarde sin precipitaciones ni molestias desusadas.

Y es, además, económico como lo indican los siguientes precios de pasaje.  De Barcelona a Ripoll, vagón de 1ª 53'60 rs; de 2ª 40'20; de 3ª 25, y de Ripoll a Puigcerdà, en diligencia, 50 rs en la berlina; 40 en el interior y 21 en la imperial

¡Como pueden, ver el colmo de la perfección!

Dos días después, "La Publicidad", nos presenta los nuevos carruajes de  «La Ceretana»:

La Publicidad, Barcelona, 14 junio 1882  ***Uno de estos últimos días, vimos uno de los coches diligencias adquiridos por la compañía «La Ceretana», los cuales deben prestar el servicio desde Ripoll a Puigcerdà. Parecen ligeros, son relativamente de escasa cabida y su aspecto es sencillo, pero agradable.

LA CERETANA Y SU COMPETENCIA.

Los paisajes idílicos, también tienen sus tormentas. Como ya hemos avanzado, al tratarse de un camino particular de peaje, se prestaba a la arbitrariedad por parte de sus administradores, así volviendo a las "TRAVESURAS DE UN DIPUTADO ECONÓMICO", veremos que la sociedad, intentaba crear un monopolio del transporte a través de la Collada:

... Fundóse en efecto la sociedad con accidentes varios y divertidos, y para hacer mejor la jugada, quedó de Presidente de la carretera, el señor don Félix, y de Presidente de la sociedad de coches, don Rafael de Pons, antiguo cacique reaccionario del país. Al momento se tocaron las consecuencias de lo beneficioso que iba a ser para aquel la sociedad de coches unida a la de la carretera; pues hay que advertir, para conocimiento del curioso lector, que con ligeras variantes son los mismos accionistas.

Y hétenos aquí a Periquillo hecho fraile. Dueños del punto intermedio entre la Collada de Tosas y la Molina, se han decidido a explotar de un modo inexplicable toda la industria de trasportes del país. Si el señor Maciá no quiere, no puede ir un carro de Ripoll a esta villa. 

Punto del peaje en la Collada de Tosas.
Él exige su peaje en la forma que estima conveniente y ahora, con la compañía de que es presidente real, aunque oculto, tiene en su mano la suerte de todas las compañías que se establezcan para recorrer dicho trayecto. De manera que la compañía de coches del señor Macía no puede sufrir competencia, y no la puede sufrir, porque al paso que exige grandes derechos de pasaje a los demás vehículos, su compañía o no los paga, o los paga mucho menores. Así nos hemos quedado sin la competencia de una sociedad francesa próxima a organizarse, sin una compañía de Berga que estaba dispuesta a hacer esta carrera y sin la multitud de coches particulares que han de rendir, también vasallaje en los términos que el señor Macía guste, a la compañía de sus coches. Y lo más raro del caso es, que las condiciones que impone si no fueran odiosas serían extravagantes. Varía los precios a su antojo según de quién se trata, y por consiguiente, tiene en su mano todos los transportes del país a los que graba en la forma que le place. Y como es claro que un hombre no puede ser universal, el señor Maciá que ha sido un ferro-carrilero desdichado, es también un calesero mediano y sucede que no guía los carruajes con la perfección que lo hace el señor Vilar, conocido por Pere Metus, que ha encanecido en el oficio; y un día los caballos se le alborotan y llegan a punto de echar a un derrumbadero a los coches, pintaditos y todo, y luego por más que arrea, los coches de Vilar sin esfuerzo alguno llegan dos horas antes que los suyos a Puigcerdà, y el diputado económico se enfada y por medio de su lugarteniente el señor don Rafael de Pons, manda que se eche la cadena al llegar a la Molina los coches de Vilar, para que no se vuelva a repetir el desaguisado de que los coches del señor Vilar pasen delante de los de la compañía parlamentaria...

Es triste ver estos abusos que se producían y de los que gracias a las hemerotecas podemos hoy constatar.

Coche de diligencia de Bonshoms Suñer que hacía el trayecto de Ripoll a Puigcerdà.

No hemos profundizado más en el tema, pero podemos constatar que a pesar de que en 1897 se eliminaron las restricciones para la continuidad de la carretera estatal, las obras no se reanudaron hasta 1901, finalizándose en 1916, sin embargo, no pudo abrirse la nueva carretera por presiones efectuadas por los concesionarios del portazgo:

Los concesionarios, a través del entonces Diputado a Cortes D. Eusebi Bertrand Serra, a toda prisa emprendieron acciones encaminadas a que se revocara la autorización indicada, como se revocó, según "El Gall de Ripoll" de 25 de marzo de 1916.

Finalmente, el 16 de mayo de 1916 se abrió definitivamente la carretera estatal, por lo que hemos de creer que a partir de esta fecha desaparecería el monopolio del transporte en aquella comarca, de todas maneras, el peaje había tenido una duración de 34 años es decir mucho más de los 10 años indicados en los estatutos de constitución de «La Ceretana».

Epílogo. Llegada del Ferrocarril a Puigcerdà.

Poco tiempo después, el 3 de octubre de 1922, llegaba el Ferrocarril a Puigcerdà, desapareciendo la tradicional incomunicación a través de la Collada de Tosas.

No hemos encontrado aún la fecha en que «La Ceretana» desapareció o fue absorbida por otras compañías, pero su función original finiquitó al llegar el ferrocarril a Puigcerdà.