martes, 16 de septiembre de 2025

La Herreria de San José y la industrialización de la herradura.

  

 A pesar de nuestro nombre, no nos hemos prodigado hablando de herraduras, y pensamos que es hora de hacer algo al respecto.

Buscando información sobre el industrial Manuel Girona, dimos con una de las propiedades que adquirió a finales del siglo XIX, la Herrería de san José de Sants, que inició su actividad con la fabricación industrial de herraduras.

He aquí un tema que no habíamos tocado, y del que creemos interesante ahondar.

La Herrería artesanal.

Hasta el siglo XIX, el herraje era una actividad realizada por los herradores que forjaban sus herraduras partiendo de trozos de hierro. El proceso se realizaba en forjas y en las mayores de ellas la tarea se distribuía entre un forjador o herrero que elaboraba la herradura, y un herrador que la calzaba al casco del animal.

En los pueblos esta labor era realizada por la misma persona, el herrador, que además ejercía las labores de menescal o veterinario.

Solo los ejércitos disponían de una cantidad de animales que precisaban una sección específica para el herraje. Disponían de equipos formados por dos herradores y un forjador, llegando a 12 herradores y unos 6 forjadores en alguna cuadra.

Estas labores eran efectuadas por personal de la propia administración militar o por herrerías externas en régimen de contrata, pero el sistema  de externalización del herraje, se demostró ineficaz, sobre todo en caso de guerra. En ambos casos, el proceso seguía siendo artesanal a pesar de la gran cantidad de herrajes a realizar.

Industrialización del herraje.

Factoría de H. Burden en Troy, N.Y. a finales del XIX.

En el siglo XIX, la industrialización llegó a todos los ámbitos; en el transporte surgieron nuevas empresas de diligencias, ómnibus y tranvías que requerían herrajes masivos, y también el transporte terrestre complementario del ferrocarril necesitaba de carruajes y, por tanto, de caballos que se debían herrar. Así se multiplicó el trabajo de forjadores y herradores.

Si bien la labor del herrador sigue siendo artesanal, ya que no solo se trata de clavar las herraduras, sino que el herrador debe acondicionar el casco del caballo, saneando el exceso de córnea, y en ocasiones dando cura a daños que se hayan producido en él. En las grandes cuadras, el jefe de herradores, era a su vez menescal (veterinario), ya que el cuidado de los pies y manos equinos es fundamental en cualquier labor a tracción animal.

Hoja de catálogo con herraduras de Burden.

En cambio, la tarea del forjador, sí que presentaba posibilidad de mejora; una de ellas era la fabricación en serie de herraduras, evitando así parte de la laboriosa tarea del herrado.

Empezó este proceso con el suministro por parte de las herrerías de barras de hierro a los forjadores, para que estos pudieran prescindir de la elaboración de éste, tarea harto laboriosa; a partir de entonces, estos solo debían conformar la herradura.

Tras esta primera mejora, la gran cantidad de herraduras a elaborar, dio pie a que aparecieran fabricantes dedicados a su elaboración, las tareas de conformado y punzonado podían realizarse en serie, solo deberían estandarizarse una serie de tallas según tamaño del casco de los caballos y mulos que las precisaran.

A partir de entonces, las herraduras vendrían prefabricadas, en diversas tallas, y el herrador, solo tendría que adaptarlas al casco del caballo.

Estados Unidos fue uno de los grandes consumidores de herraduras. A principios del siglo XIX, ya existían fabricantes de herraduras. Uno de ellos, Henry Burden en su fábrica de herraduras y clavos de Troy, NY, creó una máquina capaz de producir 60 herraduras por minuto.

Durante todo el siglo XIX y principios del XX, existieron grandes industrias especializadas en la fabricación de herraduras y de clavos de herraje, como la “Chicago Horseshoe Company” y la "Universal Horseshoe Company".

En Europa, también se establecerían numerosas fábricas, sobre todo en países con gran tradición siderúrgica, en Centro Europa, Escandinavia y las Islas Británicas.


Una fábrica de herraduras en Sants, La Herrería de San José.

Situación de la Herrería de San José sobre un plano de Sans anterior a 1881-

A principios del XIX, en nuestro país, la industria del hierro era completamente artesanal. En Catalunya existía una prestigiosa industria de forja, pero de reducida capacidad de producción.

Pronto aparecerían en España las primeras siderurgias como "La Constancia", una fábrica de altos hornos emplazada junto a la playa de San Andrés, Málaga, que inició su actividad en 1833, especializándose en los flejes para aros de tonelería y fabricando también diversos herrajes, entre ellos barras para herraduras.

Antigua Ferrería de Vila rodona

A esta misma actividad dedicaría Eugene Karr las Ferrerías del Áncora en Vila-rodona, instaladas en 1863, y que pronto se trasladaría a Vilanova en 1871, donde ampliaría su producción a materiales de construcción como vigas y columnas.

En 1875, y tras el descubrimiento de un yacimiento hematites rojo en Gavà, que pretendía usar como materia prima, se traslada nuevamente, esta vez a Sans, en los terrenos de la antigua Herrería Castanys y Cia. 

En Sants abandona la fabricación de aros de barril y se centra en la elaboración de materiales para la construcción y herraduras.

Un artículo aparecido en El Diario de Barcelona el 12 de marzo de 1878, nos muestra la aquí novedosa elaboración de las herraduras en dicha industria:

Ayer se inauguró en el vecino pueblo de Sans la fabricación de herraduras hechas por medio de máquinas. Sin embargo, de que estas necesitan una potencia extraordinaria para la elaboración, es sencillísima la manera de trabajar el hierro. Córtanse los pedazos de metal en pequeños lingotes de la dimensión que tendrá una herradura extendida en línea recta y de grueso desigual; se introducen en un horno donde adquieren la temperatura casi blanca, y en este estado se forjan con suma sencillez en la primera máquina, pasan en seguida a una segunda donde se dobla el pequeño lingote con extremada facilidad; de esta segunda máquina pasa a una tercera, en la cual por medio de la presión se marcan las hendiduras para los clavos, aunque sin taladrar por completo la herradura; otra cuarta máquina, de mecanismo igual, pero de menores dimensiones, alisa la parte posterior, y por último, un niño en una quinta maquinita acaba de taladrarlas.

Por medio de estas sucesivas operaciones se pueden hacer cada doce horas 6,000 herraduras de hierro de excelente calidad y muy bien acabadas.

A otro ramo de metalurgia se dedica la misma fábrica denominada «Herrería de San José», propia de los señores Marqués, Alegret y compañía, que tienen su despacho en la calle de Fontanella. Consiste este ramo en la elaboración de objetos de hierro dulce de diferentes aplicaciones. En el acto de la inauguración se prepararon lingotes y se estiraron en colosales rieles de los que salían viguetas de hierro para la construcción de casas perfectamente acabadas. La maquinaria que hay en dicha fábrica la ponen en movimiento dos grandes máquinas de vapor, por exigir dicho ramo especial de fabricación una fuerza motriz considerable.

Fábrica de herraduras en Alemania a principios del s. XX.

El establecimiento está bien dispuesto y ventilado, y su parte cubierta coge una dimensión tal, que a pesar de ser de un regular tamaño, las piezas que allí se elaboran, se practican todos los trabajos con desembarazo.

La Herrería de San José, continuaría su labor destacando su participación en la construcción del Gran Hotel de la Exposición Universal de 1888, junto a la Herrería de Nuestra Señora del Remedio (Can Girona), pero poco después al final de la década de los ochenta iniciaría su decadencia, muestra de ello fue la explosión de una caldera en 1889, que además de causar víctimas mortales, redujo la capacidad productiva de la fábrica. Poco después la empresa se traslada a l'Hospitalet de Llobregat en las instalaciones que luego serían los Altos Hornos de Cataluña (la Farga) y los terrenos de Sants pasan a manos de Manuel Girona, que en 1895 los urbaniza para la construcción de viviendas.

En l'Hospitalet, todavía con el nombre de Herrería de San José, continúa con su actividad, dedicándose a la transformación de chatarra, como nos muestran una gaceta de prensa:

Restos de la escuadra .-La Publicidad,  Madrid, viernes 5 de diciembre de 1901

De la corbeta “Asunción”, procedente de Santiago de Cuba, han sido descargados numerosos sacos llenos de bombas y granadas antiguas que servían de lastre a los cruceros de la destruida escuadra de Cervera. Estos efectos han sido adquiridos por la herrería de San José, de Hospitalet de Llobregat población de esta provincia.

Peregrinaje de una herrería 

Ruta de la herrería desde 1863 a 1901 sobre un mapa de 1859.

A lo largo de su no muy larga vida, la conocida como Herrería de San José tuvo una existencia itinerante, a la que hemos de añadir una sub sede en casa Antúnez a principio del siglo XX. Como curiosidad, hemos situado sobre un mapa sus sedes temporales. Cabe destacar la dificultad que, sin duda, planteaban estos traslados antes de la apertura del ferrocarril en Vilanova. Anecdóticamente, indicaremos que para el traslado desde Vila-rodona a Vilanova en 1870 de un martinete de forja fue necesario un tiro de veinte mulas.

Martinete de forja

La fabricación industrial de herraduras tuvo su apogeo en todo el mundo hasta los años veinte, cuando el desarrollo de la industria de la automoción y del tractor agrícola desplazaron la tracción animal. 

En la actualidad se ha especializado en las actividades deportivas como la equitación.