domingo, 28 de junio de 2020

Poni, un trabajador pequeño y valiente


  Ferradures, primeras cabalgaduras.
   


  Ferradures, hace algún tiempo está al cargo de un centro ecuestre en el Garraf, donde brega todos los días con multitud de caballos y jinetes, en un oficio que solo su vocación y capacidad hacen que sea viable.
Allí campa a sus anchas un viejo Shetland; diríase que es el amo de la finca, se pasea por donde quiere, come de todos los pesebres y almacenes de pienso, y finalmente se instala en la primera cuadra libre o si no, se tumba en el punto que considere más digno para su rango.
Conguito, así se llama por su oscura capa, es un Poni y tiene cerca de treinta años, experto en pasear y ser montado por esos humanos de edad corta y talla bajita que son los más adecuados para su porte y además son los únicos que tolera.
Con los humanos de mayor talla, suele mostrarse desconfiado, y solo con trato y paciencia puede uno acercarse a él.
 
Ferradures, entrenando con Conguito.
El poni es en léxico ecuestre, todo caballo de menos de metro y medio de altura desde el suelo a la cruz, que es donde se talla a todos los équidos. En mi ignorancia, creía que el poni era una raza criada por capricho o con una finalidad funcional como el tirar carretones en las bajas galerías de las minas.
Nada más lejos de la realidad. Los primeros caballos, referidos al periodo de Hallstatt, eran ponis de una altura de entre 1.2 y 1,4 metros en la cruz, aún hoy queda como recuerdo de esta etapa primitiva el caballo de Przewaski que sobrevive en el este de Europa.

A pesar de su estatura los ponis tienen, un cuerpo robusto, hueso denso, forma redonda y una gran caja torácica. Tienen la cabeza corta, ojos grandes y orejas pequeñas. Sus patas son proporcionalmente más cortas, con pezuñas fuertes y un pelaje denso  como abrigo a condiciones de baja temperatura.
Conguito en la ducha tras su jornada de trabajo
Tras recientes estudios de ADN se cree que las diferentes razas de poni descienden de un único ejemplar macho que en sus sucesivas descendencias  ha ido cruzándose con diferentes yeguas en diversos países creando las variedades actuales.
Los caballos  actuales también son el fruto de cruces y selecciones con intervención humana hasta llegar a los magníficos équidos actuales adaptados a multitud de funciones.
Así de igual manera que sus hermanos de mayor talla, existe una gran variedad de ponis, muchos de ellos, no reciben tal nombre, sin duda por ser este un anglicismo, y en nuestro país la denominación o clasificación es diferente podríamos decir que los caballos de baja estatura se les denomina jacas como el Asturcón y  la Navarreta o jaca navarra, una de las razas más próximas, también considerada caballo de tiro.


Los ponis a pesar de su tamaño son caballos de tiro y no solamente por la simpática imagen que recientemente se da en los "tres tombs" de largas recuas de ponis tirando de un pequeño carro, si no por una larga historia en  multitud de trabajos en agricultura y minería, donde su pequeño tamaño es complementado con una extraordinaria fuerza y una aguda inteligencia.

Sin duda fue un gran colaborador de los agricultores británicos en zonas agrestes, donde su tamaño permitía una gran maniobrabilidad,
Casi todas las razas de ponis son muy resistentes, fáciles de cuidar precisando una dieta más económica  que la de un caballo de tamaño normal, requieren la mitad del heno que un caballo de peso similar y a menudo, no precisan de grano en el pienso.   
Estas mismas razones los convirtieron en candidatos para la minería en la era industrial con  el aumento de la necesidad del hierro y carbón y la apertura de numerosas minas.
Su talla y fortaleza permitían arrastrar largos trenes de mineral por galerías minúsculas, lo que resultaba un gran ahorro en las explotaciones.
Esta dura labor, se prolongó desde mediados del siglo XVIII hasta finales del XX sobre todo en Gran Bretaña y EEUU.
En Francia, Alemania y centro Europa se usaron caballos de tiro de mayor envergadura y en el sur mulas.
Las últimas explotaciones mineras que utilizaron ponis como tracción, fueron en Gran Bretaña en 1999,  Robbie, el último poni minero, se retiró en 1999. Y el último superviviente fue Pip que llegó a los  35 años.
Hoy en día los ponis siguen en activo, y su labor como adiestradores de pequeños jinetes humanos o como terapeutas en equinoterapia  sigue teniendo un gran valor.

En Barcelona teníamos un excelente punto donde los pequeños podían disfrutar del encuentro con estos pequeños equinos, el mal conocimiento del mundo animal que hoy impera en la sociedad y que tanto daño esta haciendo en el mundo agrícola hizo cerrar esta instalación en bien de un utópico y humanizado animalismo.

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