Ferradures, primeras cabalgaduras. |
Ferradures, hace algún tiempo está al cargo de un centro ecuestre en el Garraf, donde brega
todos los días con multitud de caballos y jinetes, en un oficio que solo su
vocación y capacidad hacen que sea viable.
Allí campa
a sus anchas un viejo Shetland; diríase que es el amo de la finca, se pasea por
donde quiere, come de todos los pesebres y almacenes de pienso, y finalmente se
instala en la primera cuadra libre o si no, se tumba en el punto que considere
más digno para su rango.
Conguito,
así se llama por su oscura capa, es un Poni y tiene cerca de treinta años, experto
en pasear y ser montado por esos humanos de edad corta y talla bajita que son
los más adecuados para su porte y además son los únicos que tolera.
Con los humanos
de mayor talla, suele mostrarse desconfiado, y solo con trato y paciencia puede
uno acercarse a él.
El poni es
en léxico ecuestre, todo caballo de menos de metro y medio de altura desde el
suelo a la cruz, que es donde se talla a todos los équidos. En mi ignorancia, creía
que el poni era una raza criada por capricho o con una finalidad funcional como
el tirar carretones en las bajas galerías de las minas.
Nada más
lejos de la realidad. Los primeros caballos, referidos al periodo de Hallstatt,
eran ponis de una altura de entre 1.2 y 1,4 metros en la cruz, aún hoy queda
como recuerdo de esta etapa primitiva el caballo de Przewaski que sobrevive en
el este de Europa.
A pesar de
su estatura los ponis tienen, un cuerpo robusto, hueso denso, forma redonda y
una gran caja torácica. Tienen la cabeza corta, ojos grandes y orejas pequeñas.
Sus patas son proporcionalmente más cortas, con pezuñas fuertes y un pelaje
denso como abrigo a condiciones de baja
temperatura.
Conguito en la ducha tras su jornada de trabajo |
Tras
recientes estudios de ADN se cree que las diferentes razas de poni descienden
de un único ejemplar macho que en sus sucesivas descendencias ha ido cruzándose con diferentes yeguas en
diversos países creando las variedades actuales.
Los
caballos actuales también son el fruto
de cruces y selecciones con intervención humana hasta llegar a los magníficos équidos
actuales adaptados a multitud de funciones.
Así de
igual manera que sus hermanos de mayor talla, existe una gran variedad de
ponis, muchos de ellos, no reciben tal nombre, sin duda por ser este un
anglicismo, y en nuestro país la denominación o clasificación es diferente
podríamos decir que los caballos de baja estatura se les denomina jacas como el
Asturcón y la Navarreta o jaca navarra,
una de las razas más próximas, también considerada caballo de tiro.
Los ponis
a pesar de su tamaño son caballos de tiro y no solamente por la simpática
imagen que recientemente se da en los "tres tombs" de largas recuas
de ponis tirando de un pequeño carro, si no por una larga historia en multitud de trabajos en agricultura y minería,
donde su pequeño tamaño es complementado con una extraordinaria fuerza y una
aguda inteligencia.
Sin duda
fue un gran colaborador de los agricultores británicos en zonas agrestes, donde
su tamaño permitía una gran maniobrabilidad,
Casi todas
las razas de ponis son muy resistentes, fáciles de cuidar precisando una dieta
más económica que la de un caballo de
tamaño normal, requieren la mitad del heno que un caballo de peso similar y a
menudo, no precisan de grano en el pienso.
Estas
mismas razones los convirtieron en candidatos para la minería en la era
industrial con el aumento de la
necesidad del hierro y carbón y la apertura de numerosas minas.
Su talla y
fortaleza permitían arrastrar largos trenes de mineral por galerías minúsculas,
lo que resultaba un gran ahorro en las explotaciones.
Esta dura
labor, se prolongó desde mediados del siglo XVIII hasta finales del XX sobre
todo en Gran Bretaña y EEUU.
En Francia,
Alemania y centro Europa se usaron caballos de tiro de mayor envergadura y en
el sur mulas.
Las últimas explotaciones mineras que utilizaron ponis
como tracción, fueron en Gran Bretaña en 1999,
Robbie, el último poni minero, se retiró en 1999. Y el último
superviviente fue Pip que llegó a los
35 años.
Hoy en día los ponis siguen en activo, y su labor como
adiestradores de pequeños jinetes humanos o como terapeutas en
equinoterapia sigue teniendo un gran
valor.
En Barcelona teníamos un excelente punto donde los
pequeños podían disfrutar del encuentro con estos pequeños equinos, el mal
conocimiento del mundo animal que hoy impera en la sociedad y que tanto daño
esta haciendo en el mundo agrícola hizo cerrar esta instalación en bien de un utópico
y humanizado animalismo.
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